19 de febrero de 2016

"La tentación diabólica pretende que vivamos en y de la impostura a lo largo de la vida, a espaldas de Cristo"


 


 
La primera oración de esta misa señala cuál es el eje del tiempo de cuaresma, y es precisamente ahondar en el misterio de Cristo, para que un mayor conocimiento del Señor signifique una perfección también en su seguimiento. La práctica cuaresmal, por tanto, apunta a conocer más y más a Jesús, para prolongar en la sociedad por medio nuestro, los creyentes que formamos Su Iglesia, su persona, vida y enseñanza. Comenzando con el evangelio que hemos proclamado (Lc. 4, 1-13) observamos que Jesús, después de su bautismo en el Jordán, fue llevado por el Espíritu al desierto para encontrarse con Dios. Igualmente nosotros, especialmente en este tiempo cuaresmal, somos llamados a retirarnos al desierto para escuchar a Dios, alejándonos del bullicio de cada día que nos impide incluso escuchar el clamor de nuestra interioridad que suspira por el silencio y el recogimiento que nos permita ser nosotros mismos en la soledad.
El desierto nos hace caer en la cuenta cuánto el mundo busca alejarnos de la divinidad, atrapándonos en una existencia humana cada vez más superficial.
El desierto lugar del encuentro de Dios, está también acechado por la presencia del maligno, de allí que se nos proclame que Jesús es tentado.
La vida del cristiano después del bautismo, está también sometida a la tentación del maligno, ya que si bien fuimos liberados del pecado de los orígenes, nuestra naturaleza humana ha quedado inclinada al mal, de tal manera que cuando el hombre sucumbe al influjo diabólico, aparece con toda crudeza el imperio del mal que busca enseñorearse sobre todo lo creado.
Con todo, no hemos de perder de vista, a pesar de esta experiencia negativa, que el espíritu del mal ha sido vencido en el árbol de la cruz.
Las tentaciones que buscan separar a Cristo de la verdad son las mismas que habitualmente soporta el creyente en el trascurso de su vida terrena.
La sociedad de consumo con la abundancia de placeres y satisfacciones de todo tipo se presenta ante el hombre, como antiguamente ante Jesús bajo la forma del pan que satisfaría el hambre material.
El poder y la riqueza son atractivos que buscan atrapar al ser humano, como ya anteriormente se le presentaron descaradamente a Jesús. Esta tentación pretende colocar como centro de la existencia humana estos "ídolos" muy buscados por la sociedad de nuestro tiempo, como símbolos de supremacía.
En tercer lugar, la tentación del éxito, del triunfo, del respeto social, aparecen como factores que atraen no poco al ser humano, que de esa manera se siente como "reconocido" en una cultura que cada vez más, se olvida del hombre.
En lo más profundo de estas tentaciones subyace la de los orígenes cuando el ser humano minimiza el escuchar a Dios, se deja seducir por la promesa de ser igual a Él y cree por lo tanto que posee la facultad para decidir acerca de lo que es bueno y aquello que es considerado como malo.
En definitiva la clave de la tentación diabólica consiste en pretender hacernos vivir en y de la impostura a lo largo de la vida, sin la presencia de Cristo.
De allí que Jesús reclame nos apartemos de lo que demonio ofrece, ya que todo es ilusión, pues el poder, la riqueza y el triunfo de la vida, pasan más rápidamente de lo que imaginamos, quedando la amargura del vacío interior.
Al rechazar las tentaciones de bienestar ilusorio que se le ofrece, Jesús no sólo manifiesta su señorío sobre lo creado, sino también la decisión de buscar y realizar siempre la voluntad del Padre, la cual fue a buscar y encontrar precisamente en su retiro solitario al desierto, de allí que exprese con firmeza al tentador, "Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él sólo rendirás culto".
Jesús con su ejemplo nos ofrece pistas para conocer el itinerario personal de cada uno de los creyentes por este mundo, de allí que resulta importante preguntarnos si es central en nuestra existencia esta afirmación cargada de sentido: "Adorarás al Señor, tu Dios, y a Él sólo rendirás culto".
Esto resulta importante tener en cuenta como vital en nuestra vida, toda vez que el espíritu del mal y de la mentira, busca enredarnos en sus trampas, haciéndonos cómplices de sus sugestiones perversas.
De hecho cuando el creyente opta por el pecado en su caminar, ha elegido buscarse a sí mismo, o tomar como absoluto aquello que no es Dios, adorando los dioses vacíos del placer, del poder, de la riqueza o del éxito.
Por eso, el discernir siempre si es al verdadero Dios al que rendimos culto de adoración, nos permitirá seguir al Señor sin los engaños del maligno.
Ya en la antigüedad nos encontramos con este reconocimiento del pueblo elegido por su Dios ((Dt. 26, 1-2.4-10), cuando con ocasión de ofrecerle las primicias de los campos, lo adoraban y le rendían culto de acción de gracias por su obrar en bien de los israelitas, teniendo "memoria" de la historia de salvación que vivían desde el comienzo de la elección divina, sin caer en cultos equívocos a la "madre tierra", o a la fecundidad de la misma, como era costumbre en otros pueblos.
Se trataba de una verdadera profesión de fe, que hemos de repetir nosotros cuando lleguemos a la Pascua, llevando a Jesús los frutos y primicias de nuestra conversión, con el propósito de comenzar una vida nueva más propia de quienes son conscientes de haber sido salvados abundantemente.
En conexión con esto que meditamos, el apóstol san Pablo (Rom. 10, 5-13) nos dice: "Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación".
Aprovechemos, entonces, este tiempo cuaresmal, para confesar la fe en Cristo resucitado, recuperando con las buenas obras la gracia de ser constituidos justos y así ser salvos para la gloria de Dios y la santificación de nuestros hermanos en la fe.



 Padre Ricardo B. Mazza
Cura párroco de la parroquia "San Juan Bautista", en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo I° de Cuaresma ciclo "C". 14 de febrero de 2016.


ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com.

 

 

 

 

 

 

 

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