11 de diciembre de 2023

"El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, tiene paciencia con nosotros, porque quiere que todos nos convirtamos" (cf. 2 Pt. 3, 8-14)

 El profeta Isaías refiere a través de esta sección   que se llama el Libro de la Consolación (Is. 40, 1-5.9-11) -precisamente porque comienza  diciendo "¡Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice el Dios de ustedes!",- a la voluntad divina  de colmar a los israelitas de esperanza y de confianza. 
Es el momento de regresar del destierro, volver a la patria, pero están todavía muy desanimados por todo lo que han vivido. Por eso el mismo Dios se ofrece como aquel que consuela, porque en definitiva el único que puede consolar el corazón del hombre es su creador, porque conoce totalmente nuestro interior, lo que palpita en el corazón de cada uno. 
Y entonces, el consuelo de Dios será decirle al pueblo que no teman, confíen y tengan paciencia, porque ya viene la salvación. 
Los pecados del pueblo han sido expiados largamente, pero es necesario siempre mantener esa actitud de conversión. 
Por eso el mensaje está cargado de signos que hagan visible el cambio de vida recordando la necesidad de rellenar los valles, tratar de rebajar los picos de las montañas, preparar el camino. 
Esta recomendación recuerda algo muy común en aquella época, ya que cuando el rey visitaba algún lugar lejano, -obviamente no se contaba con las carreteras que tenemos nosotros-, se preparaban los caminos para que  pudiera llegar a destino fácilmente con su séquito.
Partiendo de esa idea entonces, el profeta insiste en preparar el camino a Aquel que viene a consolar a su pueblo, que implica desprenderse de lo que sea impedimento,  pecado o vicio y, tratar de conquistar todo lo que sea virtuoso, la humildad, la paciencia. 
Esta preparación del corazón es necesaria precisamente para que Dios se encuentre con el hombre, ya que si  alguien está lleno de soberbia, de pecado, de autosuficiencia, ciertamente el Señor no puede hacer absolutamente nada con un corazón así bloqueado. 
Y estos dones y gracia que trae para el pueblo elegido deben ser comunicados a todos,  por eso la insistencia de que anuncien el mensaje de salvación para que los hombres puedan recibirlos.
También nosotros hemos de consolar al mundo, al corazón del hombre tan desolado, tan lleno de angustia hoy en día. 
Es cierto que de alguna manera el ser humano se lo ha buscado cuando ha prescindido de Dios en su vida, pero así y todo, el Señor quiere consolar a todos y quiere hablarles de salvación. 
En el texto del Evangelio (Mc. 1,1-8) vuelve a primar esta idea, la necesidad de enderezar el camino para el Señor que viene,  y prepararlo precisamente a través de la conversión. 
Por eso es clave la figura de Juan Bautista, que  bautiza con agua, -bautismo de conversión-, y que anuncia que detrás suyo vendrá -el Mesías- quien  bautizará  en el Espíritu Santo. 
Juan el Bautista con su prédica, con su enseñanza, atrae a la gente que se siente tocada en su corazón y busca ese bautismo de conversión que prepara al bautismo sacramento. 
Pero al mismo tiempo Juan el Bautista, es un ejemplo de vida, en su forma de vestir y alimentarse, era penitente y llevaba un estilo de vida austero, ejemplo para todos.
Esto nos hace ver que quien anuncia la venida del Señor, no solamente debe predicar lo que vendrá y las condiciones para entrar en el reino, sino que él mismo debe ser creíble por su estilo de vida, por su comportamiento de cada día, donde la sencillez y la austeridad está marcando justamente el sentido que debe existir en el corazón del hombre para poder abrirse totalmente a la gracia de lo alto.
Cristo viene a nuestro encuentro, preparemos el camino de nuestro corazón, pero también anunciemos el cambio en el corazón del hombre, de la sociedad. 
¡Cuánta gente hoy en día sigue prescindiendo totalmente de Dios. Cuánta gente necesita de Dios nuestro Señor! 
El ser humano ocupado en demasía con  cosas importantes para el mundo, inmerso en frivolidades y cosas pasajeras, no valora la eternidad prometida al ser humano,  por lo que es necesario  que se despierte de la ilusión pasajera y  descubrir la salvación que llega.
Partiendo del encuentro con Jesús en su primera venida, el hombre entiende que no es definitivo, por lo que se debe preparar con fe y esperanza para el encuentro último en la Parusía.
Esta segunda venida que no tarda en llegar, recuerda san Pedro (2 Pt. 3, 8-14),  ya que "un día es como mil años y mil años como un día. El Señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan".
El corazón del creyente debe estar lleno de paciencia, esperando el momento del cumplimiento y la consumación de la creación, por eso el mismo apóstol Pedro dirá, a tono con Isaías y el Evangelio, que debemos esperar al Salvador en su segunda venida, con un corazón que ha obrado el bien, viviendo santa e irreprochablemente, teniendo en el corazón como primacía el servicio a Dios y a los hermanos, para que todo lo demás se alcance por añadidura.
Queridos hermanos, el Señor no nos niega su consuelo, su gracia, su bendición, en medio de las vicisitudes de esta vida y de los problemas que nos aquejan no pocas veces. 
Por eso abramos nuestro corazón hagamos el bien, con el deseo de conversión, y que esta realmente sea efectiva. 
En este tiempo de Adviento una forma concreta de conversión es retornar al sacramento de la confesión sincera. 
Saber que allí justamente somos bautizados con el perdón, así como el bautismo de Juan significa la conversión, así también el agua de las lágrimas -al decir de san Ambrosio-, en la confesión, otorgue el perdón fruto de la conversión.
Ya estamos bautizados en el Espíritu Santo, por lo que el agua de las lágrimas, del arrepentimiento y del sacramento de la confesión nos reconcilie con el Señor, nos fortalezca en el camino del bien y podamos prepararnos dignamente para recibirlo.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe, Argentina. Homilía en el domingo segundo de Adviento. Ciclo B. 10 de diciembre  de 2023

No hay comentarios: