9 de diciembre de 2023

¡Qué misterio el de la elección de María para ser Madre del Salvador, para lo cual fue engendrada en la plenitud de la gracia!

En este tiempo de Adviento hacemos un paréntesis para celebrar esta hermosa fiesta de la Inmaculada Concepción de María Santísima. Fiesta precisamente que está íntimamente ligada al tiempo de Adviento y mucho más al tiempo de Navidad, cuando celebremos no solamente el nacimiento de Jesús sino también la maternidad de María Santísima. ¿Qué implica este misterio de la Inmaculada Concepción de María, dogma de fe definido por el Papa Pío IX en 1854? 
Vayamos a los textos bíblicos. En la segunda lectura, el apóstol San Pablo (Ef. 1,3-6.11-12), escribiendo a los cristianos de Éfeso y también por supuesto a nosotros, describe maravillosamente el plan de Dios para con la humanidad: "Bendito sea Dios....que nos ha bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el  cielo, y nos ha elegido en Él, antes de la creación del mundo, para que fuéramos santos e irreprochables en su presencia por el amor".
La providencia de Dios colma de bienes espirituales a todos los hombres, y serán recibidos por quienes son dóciles al Creador y, ha elegido -a su vez- desde antes de la creación del mundo. 
O sea, cada uno de nosotros, cada persona que ha venido a este mundo ha estado presente en el pensamiento de Dios desde siempre, elegidos para compartir su misma vida en el momento oportuno. 
Y esto se dio no porque el Creador se sintiera solo, sino porque la abundancia de sus dones y de su gracia es tan grande que precisamente busca colmar a otras criaturas de esa grandeza inmerecida para la que nos elige eternamente.
¿Para qué? Para que seamos santos e irreprochables para la gloria de Dios y nos predestina a ser hijos adoptivos suyos, por medio de Jesucristo, "conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, que nos dio en su Hijo muy querido".
A su vez nos elige  para que seamos herederos suyos, "destinados de antemano para ser alabanza de su gloria, según el previo designio del que realiza todas las cosas conforme a su voluntad".
O sea, para que lleguemos a la meta para la cual fuimos creados, que es compartir su misma vida, o sea, Dios tiene un proyecto hermoso para todos los hombres que sean fieles a sus designios.
Pero el hombre, arrastrado por la tentación, viene a romper todo esto con el pecado de los orígenes, el pecado original. Cuando el hombre cree que puede llegar a ser Dios, cuando no se contenta con ser criatura, cuando piensa que no es nada si no puede equipararse a Dios, es en ese momento que por el pecado de soberbia se separa de su Creador. 
La separación del Creador se ejemplifica  (Gèn.3,9-15.20) por medio de la desnudez causada por la pérdida de la gracia de Dios y de la inocencia, el hombre ha quedado al descubierto delante de un Dios que ama al ser humano que le es infiel, es la desnudez en definitiva de nuestra nada. 
El hombre ha querido ser más y ahora se da cuenta que nada es, transmitiéndose  este pecado de los orígenes de generación en generación. 
Este es un gran misterio y, quizás más de uno se pregunta por qué yo tengo que nacer con el pecado original. 
En este sentido y en relación con nuestro cuerpo, la ciencia enseña que cada uno de nosotros nace con una carga genética que se remonta a nuestros padres y ancestros, de manera que hay una conexión entre cada uno y los antepasados, de manera que  muchas veces heredamos las taras propias que han tenido otros antes que nosotros, de lo cual  no tenemos culpa pero es una realidad. 
Y así, no tenemos culpa personal del pecado original pero es una realidad que nacemos ya heridos por el mismo.
Pero como Dios en su Providencia, nos ha elegido para ser santos e irreprochable, para ser hijos adoptivos suyos, para ser herederos de su misma vida, pensó en una solución. 
¿Cuál fue esa solución? Enviarnos un Salvador, su propio Hijo, prometido desde el inicio.
Pero para que el Hijo entrara en el mundo creado, en el tiempo, tenía que nacer de una mujer, por lo que Jesús justamente nacerá de una mujer que fue elegida por Dios para esa misión, para ser su madre. ¡Qué misterio el de la elección de María para ser Madre del Salvador y madre también por lo tanto de cada uno de nosotros!
Ahora bien, esa mujer elegida, que debería haber nacido en pecado original, tenía que ser liberada del mismo, porque no podía haber rastro de pecado alguno en alguien elegida para ser la Madre del Hijo de Dios hecho hombre. 
De modo que cuando María es engendrada en el seno de su madre, santa Ana, en el primer instante de la concepción, ella comienza a vivir, a desarrollarse en su madre colmada de gracia, sin pecado alguno, y eso en previsión precisamente del misterio redentor de su Hijo, mirando hacia el futuro. Entonces María completamente limpia, la pura y limpia concepción, puede ser ya la madre del Salvador, de modo que aquel que fue engendrado por el Padre en la eternidad, nacerá en el tiempo de una madre virgen y limpia de pecado alguno.
De manera que también el fundamento de esta prerrogativa de la Inmaculada Concepción lo encontramos en su Maternidad Divina. Pero ahí no se termina todo, ya que  afirma la liturgia en la primera oración, que este misterio de la Inmaculada Concepción, tenemos que mirarlo también como un misterio que nos hace ver que Dios quiere que lleguemos a Él limpios de pecado. 
Por eso aunque nos sintamos débiles, pecadores, tentados permanentemente, hemos de acudir siempre a la protección de la Madre del Cielo, porque ella comprende y conoce nuestras miserias. Y Ella nos  ayudará para que podamos caminar por esta vida limpios de pecado. 
Si por desgracia caemos en el pecado, hemos de tener la valentía de arrepentirnos, levantarnos y seguir transitando este mundo con ese deseo de llegar a la Patria Celestial. 
Queridos hermanos, gocémonos en la celebración de esta fiesta, sintamos en nuestro corazón la alegría que todo el mundo creyente siente, porque gracias a este misterio fue posible la Maternidad Divina y fue posible nuestra salvación. 
Ahora podemos seguir caminando en este tiempo de Adviento, sabiendo que justamente respalda este caminar y esta vida nuestra, este misterio hermoso de la Inmaculada Concepción de María.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe, Argentina. Homilía en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María Santìsima.08 de diciembre  de 2023



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