22 de febrero de 2007

El escándalo en la carta de Mons Baseotto (viernes 19 de marzo de 2005)

El gobierno nacional y la prensa obsecuente o poco informada cambiaron con malicia el sentido de la carta del Obispo Castrense al Ministro de Salud de la Nación. Esta nota es una aclaración imprescindible para comprender la magnitud de la infame y tendenciosa trampa desinformativa.

Baseotto y la libertad de la Iglesia para enseñar la Verdad.
La Nación argentina sigue atónita la controversia Estado e Iglesia.


Ayer, viernes 18 de marzo de 2005, el gobierno anunciaba con bombos y platillos que el Sr Presidente había decidido quitar el acuerdo a la designación del Obispo Castrense, realizada durante el interregno duhaldista.

El jefe de gabinete con el rostro imperturbable ,-ni la vergüenza lo conmueve- graficaba que el gobierno no podía ser ajeno a la defensa de los derechos humanos conculcados, -según la visión periodística repetida constantemente-, al desearle al ministro de "salud" que fuera echado al mar, como los viejos tiempos del gobierno militar.

Es evidente que la reinterpretación que se le hace a la carta de Mons. Baseotto tiene como intención clara confundir al pueblo, persistir en el odio fomentado a las fuerzas armadas, y pretender unir a la Iglesia y militares en un único frente a destruir.

Sólo la mala fe, o la ignorancia culpable pueden dar origen a tantos disparates.

El gobierno en éste tema no soportó que se le señalara su aviesa intención a favor de la cultura de la muerte, y en lugar de responder con argumentos de peso, como todo ser racional, prefirió,-como suele suceder en los que no tienen la verdad-, inventar una salida perversa: destruir con la calumnia al enemigo.

Los derechos humanos "atacados", según lo predicado desde el púlpito estatal, no son los de los niños abortados, ni los de una sociedad cada vez más disgregada en la miseria, ni los de los que no tienen trabajo o vivienda digna, sino el sexo seguro, la proliferación de la mentalidad hedonista que busca el placer por el placer mismo, el aborto garantizado desde los hospitales públicos, el negocio de los anticonceptivos, los planes económicos impuestos por los que quieren nuestra miseria moral y material como camino para el sometimiento total y la esterilización los pobres.

Mons. Baseotto, citando a Cristo, apuntaba al pecado de escándalo, contrario directamente al amor para con el prójimo.

En efecto, el amor al prójimo supone desear y buscar el bien del otro. El bien del otro se da cuando vive en la verdad, en la justicia y va progresando paulatinamente en la adquisición de valores que lo hagan crecer como persona.

El escándalo, que significa literalmente" piedra de tropiezo", es la acción, palabra o gesto que busca directamente dañar moralmente al otro, inducirlo a realizar el mal (escándalo directo), o bien aunque no se tenga esa intención, mi obrar o no, mi palabra o gesto, es ocasión para que otro haga el mal (escándalo indirecto). Y así:
Si alguien enseña e induce a otro a robar, es un escandaloso,
Si alguien enseña e induce a otro a no trabajar, y que es mejor vivir de la dádiva, es un escandaloso,
Si alguien enseña e induce a otro a servirse de la función pública para enriquecerse o hacer negocios, es un escandaloso,
Si alguien enseña e induce a una mujer embarazada que se deshaga de su hijo, que es dueña de su cuerpo, que puede hacer lo que quiera con él, es un escandaloso,
Si alguien enseña e induce a otro a vivir de la violencia porque así se consiguen las cosas, es un escandaloso,
Si alguien enseña e induce a niños y jóvenes a banalizar el sexo, y que sólo importa el placer sin amor y sin responsabilidad futura, es un escandaloso.

Y así podríamos seguir ejemplificando sobre este peculiar pecado contra el prójimo, que por su gravedad exige reparación del daño ocasionado al provocar la ruina espiritual de otra persona.

Sobre este tema, repasemos lo que nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica (números 2284 a 2287), especialmente el número 2285 "El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de quienes lo causan o la debilidad de quienes lo padecen. Inspiró a Nuestro Señor esta maldición: "Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y le hundan en lo profundo del mar" (Mateo 18,6). El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por naturaleza o por función, están obligados a enseñar y educar a otros. Jesús, en efecto, lo reprocha a los escribas y fariseos: los compara a lobos disfrazados de corderos."

La explicación es sobradamente clara, sólo el necio y orgulloso, o mal intencionado puede darle otro sentido a la expresión del obispo castrense.

Sigue el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2286: " El escándalo puede ser provocado por la LEY O POR LAS INSTITUCIONES, POR LA MODA O POR LA OPINION. Así se hacen culpables de escándalos quienes INSTITUYEN LEYES O ESTRUCTURAS SOCIALES QUE LLEVAN A LA DEGRADACION DE LAS COSTUMBRES Y A LA CORRUPCIÓN DE LA VIDA RELIGIOSA, O A "CONDICIONES SOCIALES QUE, VOLUNTARIA O INVOLUNTARIAMENTE, HACEN ARDUA Y PRÁCTICAMENTE IMPOSIBLE UNA CONDUCTA CRISTIANA CONFORME A LOS MANDAMIENTOS. Lo mismo ha de decirse de los empresarios que imponen procedimientos que incitan al fraude, de los educadores que "exasperan a sus alumnos", o de los que, manipulando la opinión pública, LA DESVIAN DE LOS VALORES MORALES".

Justamente a estas enseñanzas se refirió el obispo castrense, fiel a su ministerio episcopal. Palabras que disgustan a un gobierno que no soporta la sana doctrina, que no se ata a los "dogmatismos" como dijo una vez la primera ciudadana en el senado, aprobando a la Dra. Argibay, para que defienda la constitución desde su ateísmo confeso.

Mons Baseotto siguió el ejemplo de San Juan Bautista quien "oportuna e inoportunamente", como dice San Pablo, le dijo al rey Herodes que no le era lícito vivir en adulterio, es decir, con la mujer de su hermano (Marcos 6, 17-30).

Y Juan Bautista, que era escuchado con agrado por Herodes ( Marcos 6, 20), fue decapitado por la "intemperante" enseñanza que le granjeó el odio de Herodías (Mc 6, 19).

Si hubiera hablado de otra manera, quizás Juan Bautista hubiera terminado frecuentando el palacio de Herodes como vocero o "teólogo", y habría muerto tranquilamente y sin problemas.

Pero, gracias a Dios, todavía hay quienes se juegan por la verdad, soportando las consecuencias.

Para terminar, les confío las palabras del santo obispo y mártir Santo Tomás Becket que son muy apropiadas para esta ocasión: "Muchos somos los que el día de nuestra ordenación prometimos una solicitud y constante diligencia en la enseñanza y el pastoreo, y así lo profesamos cada día con nuestra boca, pero, ¡ojala el testimonio de nuestras obras confirmara siempre la sinceridad de nuestras promesas!” (de las cartas de S.Tomás Becket, obispo, oficio de lecturas del 29 de diciembre).

Hasta la próxima nota, si Dios quiere.

NOTA REALIZADA EL 19 DE MARZO DE 2005

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