¿Puede un príncipe o gobernante ser perverso?
En realidad la pregunta está mal planteada. De hecho hubo muchos príncipes o gobernantes que siguieron tus consejos para gobernar, de modo que pudieron ser malos en el arte de gobernar.
Nicolás:
Disculpá que no te haya escrito enseguida viendo tu interés en continuar este intercambio epistolar pero vos sabés que el cúmulo de actividades de nuestra época no siempre permite continuar con este diálogo virtual.
Te preguntarás qué es "diálogo virtual". No sé si me entenderás, pero en nuestra época es bastante común el "chateo". Ya sé, tampoco sabes qué es el chateo.
Para hacerlo fácil, el "chateo" es el intercambio epistolar "virtual" (virtual porque no es en "presencia de") entre dos o más personas. …Seguís sin entender… A ver…
Antes dos personas se comunicaban por ejemplo a través de cartas. Uno escribía y otro respondía. Mientras tanto pasaba cierto tiempo. Ahora es más fácil, podés hacer eso entre dos o más personas, pero por el medio "etéreo" del "Chat". Ya sé que estás pensando que eso es formidable!
No te engañés, el sistema permite que puedan intercambiar personas que no se conocen y que por lo tanto no se comprometan por lo que escriben. Y si se conocen, se corre el riesgo de dedicarle a esto horas y horas de tiempo… sin que se dé el vital intercambio rostro a rostro, donde las personas se miran, se comprenden y se conocen más y más.
Pero en fin, dejo la digresión y paso el tema por el que te escribo.
Te cuento que mi primera carta provocó bastante revuelo, ya que recibí varios correos electrónicos (especie de misivas que son trasportadas por el espacio y llegan al instante al destinatario) en los que se me hacían sugerencias para seguir el tema presentado. Por eso me tenés otra vez aquí, además porque sé que querías más información del futuro que no habías vivido.
Para hacerlo más sencillo lo haré en forma de preguntas y respuestas para facilitar la intelección tuya y de aquellos que puedan interceptar el correo. ¿Interceptar? Así es, hoy como en tu época hay gente que intercepta los escritos… de modo que hay que aprovechar ese hecho para que ya que leen lo ajeno… por lo menos se desburren… ¿no te parece genial?
El efecto de este espionaje es que la gente escribe cualquier cosa para confundir a las "servilletas". Seguí sin entender, no importa.
En fin, vamos al grano. Me preguntan:
¿Puede un príncipe o gobernante ser perverso?
En realidad la pregunta está mal planteada. De hecho hubo muchos príncipes o gobernantes que siguieron tus consejos para gobernar, de modo que pudieron ser malos en el arte de gobernar.
Más bien habría que preguntarse sobre si el que gobierna debe ser perverso. En este sentido lógicamente tengo que decir que la maldad no es exigencia para gobernar bien, mal que te pese a vos, Nicolás.
Más aún, como expreso más adelante los gobernantes adornados de virtudes son los que mejor gobiernan a sus súbditos, según aquello de que el obrar sigue al ser. O para decirlo bíblicamente, no se recogen frutos buenos de árboles malos.
Y esto es así porque el virtuoso se preocupa no por acumular poder cueste lo que cueste, ni en enriquecerse usando los recursos con los que cuenta a costilla de aquellos a quienes debe servir, sino que su verdadero poder consiste en orientar su vida al servicio de la grandeza de sus gobernados.
Pero continuemos con los príncipes o gobernantes que eligieron utilizar su poder no tan santamente.
Si se trata de un príncipe o gobernante por herencia, la historia nos habla de muchos ejemplares que lo fueron sin culpa de los gobernados.
Si es por elección no es sorprendente en nuestra época ya que la mayoría de los electores se manejan muchas veces no tanto por principios sino por el bolsillo, y fácilmente dejan halagar sus oídos con falsas promesas…
Entre los gobernantes por sucesión tenemos un claro ejemplo en uno que fue contemporáneo tuyo. Me refiero a Enrique VIII, rey de Inglaterra (1509-1547).
Su figura descuella entre los príncipes con las "cualidades" que vos describís en "El Príncipe", editado por primera vez en Roma en 1532, cinco años después de tu muerte.
Enrique VIII por lo tanto conocía tu obra cuando mandó decapitar a Santo Tomás Moro en 1535.
Es cierto que el rey no necesitó tu enseñanza para ser lo que fue y obrar como obró.
Eliminaba todo lo que se oponía a sus deseos, sean personas o situaciones. Apeló a la mentira, al crimen, al disimulo y a premiar con efímeras dádivas a sus seguidores más fieles.
En realidad su actuar tan criminal –pienso yo- fue el resultado de su gran inseguridad causada por el temor a perder el trono, -miedo que siempre lo cercó-, por su no tan clara legitimidad política atento a la "presunta" bastardía de su madre Isabel, hija de Eduardo IV, de la Casa de York, y de su padre que provenía “aguadamente" de la Casa de Lancaster. (1)
Como te darás cuenta la inseguridad siempre culmina con la tentación de la crueldad como forma "admitida" para mantener el poder, cueste lo que cueste, por cualquier gobernante.
Este “complejo" de Enrique VIII es posible lo haya llevado a decidir en un primer momento ser sucedido por sus hijos "ilegítimos" los futuros Eduardo VI (hijo de Juana Seymur) e Isabel I (hija de Ana Bolena), y excluir, -aunque más tarde la haya reconocido- a la hija proveniente del matrimonio legítimo con Catalina de Aragón, la que fuera María I.
Enrique fue un gran caprichoso, de tal manera que todos debían aceptar sus berrinches, hasta llegar a autoerigirse en jefe de la Iglesia Católica para poder "tranquilizar" su "atormentada" conciencia.
No fue el único entre los gobernantes que en su época y en tiempos posteriores, incluso en la actualidad, han pretendido manejar la Iglesia. Un antecedente desgraciado fue el de Enrique II que mandó a matar al arzobispo de Cantorbery, Santo Tomás Becket, por no sujetarse a sus deseos y defender los derechos de la Iglesia al oponerse a la pretensión del rey de crear una especie de Iglesia Nacional sin llegar a una ruptura con Roma
Enrique VIII cuando creó la "Nueva Iglesia", rompiendo con Roma, consiguió la adhesión de muchos obispos, sacerdotes y laicos católicos, que prefirieron conservar sus cargos y posesiones antes que perder la cabeza como sucediera al Santo Obispo Tomás Fisher, muerto ya Cardenal, y a Santo Tomás Moro martirizados por su fidelidad a la Iglesia.
También en nuestra época, no pocos clérigos prefieren dejarse seducir por los halagos del poder político acompañando ideológicamente posturas extrañas al sentir de la Iglesia en lo dogmático, y en la enseñanza moral y social de la misma.
Hoy se los denomina como los "cooptados" por el poder político.
Entre los gobernantes "maquiavélicos" –por llamarlos de alguna manera- ya sea por elección o como resultado de un "golpe de estado" o "revolucionario" existen también hoy no pocos ejemplos. Basta con leer la historia no tan lejana a nosotros para encontrarnos con Hitler, los revolucionarios rusos y otros que todavía rigen estados particulares en nuestro mundo.
No quiero aburrirte con esta cuestión y por ello paso a otra pregunta.
¿Si existe un príncipe o gobernante virtuoso? O mejor dicho ¿se puede ser virtuoso como gobernante?
La respuesta como es de esperar es afirmativa. No sólo es posible ser santo en el ejercicio del poder político, sino que es una realidad detectable en la misma historia humana.
Han sido varios los laicos declarados santos por la Iglesia habiendo ejercido su misión de gobernante de un estado particular.
Para citar sólo uno, y muy importante, pienso en la figura de San Luis IX (1214-1270) rey de Francia, hijo de Luis VIII y Blanca de Castilla (nieta de Enrique II de Inglaterra). Se destacó por su amor a la Santa Iglesia Católica a quien defendió constantemente, y motivado por su amor a la defensa del Santo Sepulcro de los embates musulmanes encabezó dos cruzadas, muriendo en el transcurso de la segunda. Combatió la usura, favoreció a los pobres y procuró siempre la justicia entre sus súbditos. Era proverbial en él el espíritu de penitencia y de oración. Padre ejemplar de once hijos a quienes procuró formar en el ejercicio de las virtudes. Para él -como en una oportunidad dijo a su propia esposa-, en primer lugar estaba Dios y su Iglesia, luego la Patria a la que procuró defender y engrandecer y por último la familia.
En él quedó patente la influencia positiva de su cristianísima madre que siempre le transmitió el odio al pecado y el amor a la virtud. Se destaca en él las dotes de gobernante que supo limitar el poder de los poderosos de su reino a favor de la Patria y de los necesitados.
Como corolario y signo de su fecunda vida, se señalan las palabras de su "Testamento espiritual a su hijo" (Acta Sanctorum Augusti 5 [1868]1, 546):
"Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible. Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal. Además, si el Señor permite que te aflija alguna tribulación, debes soportarla generosamente y con acción de gracias, pensando que es para tu bien y que es posible que la hayas merecido. Y, si el Señor te concede prosperidad, debes darle gracias con humildad y vigilar que no sea en detrimento tuyo, por vanagloria o por cualquier otro motivo, porque los dones de Dios no han de ser causa de que le ofendas. Asiste, de buena gana y con devoción, al culto divino, mientras estés en el templo, guarda recogida la mirada y no hables sin necesidad, sino ruega devotamente al Señor con oración vocal o mental. Ten piedad para con los pobres, desgraciados y afligidos, y ayúdalos y consuélalos según tus posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores. Obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está razón. Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas. Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontífice, nuestro padre espiritual. Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía. Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que la Santísima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Señor te dé la gracia de cumplir su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos lleguemos a verlo, amarlo y alabarlo sin fin. Amén."
Patente es a todo hombre que lea atentamente este testamento su preocupación por el establecimiento de una verdadera justicia social donde se destaca como misión principal del gobernante la felicidad de su pueblo, estableciendo las bases para la vigencia del bien común, esto es el crear aquellos ámbitos que permitan el desarrollo integral de la persona humana.
Y así llego, Nicolás, a la tercera pregunta ¿puede un súbdito o ciudadano colaborar con un príncipe o gobernante perverso?
Pero, dejo la respuesta para la tercera carta, sonó el timbre del microondas, el pollo está listo. ¿Que no sabes que es el microondas?
Te lo explico después.
(*) P. Ricardo B. Mazza, Párroco de Ntra. Sra. de Lourdes - Santa Fe, Director del Centro de Estudios PyS "Santo Tomás Moro".
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ribamazza@gmail.com
(1) este tema es merecedor de otra nota que espero poder escribir.
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