1.-La firmeza de la fe manifestada en la oración y la acción
Las lecturas de este domingo nos insisten -como en otras oportunidades- sobre la importancia capital que tiene en nuestra vida la actitud de fe, que implica nuestra adhesión incondicional al Padre de las misericordias.
Esta fidelidad firme al Señor nuestro Dios viene como de la mano con la oración confiada que debe realizarse con insistencia, como señala Jesús en el texto evangélico.
Si tomamos el mensaje del libro del Éxodo (cap. 17,8-13), encontramos este tema de la fe unido a la oración suplicante, en lo que realiza Moisés ante la batalla que se desarrolla entre el pueblo de Israel y los amalecitas, y que indica el común proceder de Dios: es El quien obra siempre ante las súplicas que realizamos.
Esta actitud orante impetratoria se manifiesta levantando en alto los brazos y las manos, perdiendo su eficacia victoriosa toda vez que se bajan –indicando la súplica descuidada- implicando el revés de la batalla –como la que favoreciera a los opresores amalecitas-.
¿Qué nos quiere decir
Que es necesario estar siempre orando, levantar los brazos, implorar a Dios su ayuda omnipotente, sabiendo que en definitiva es El quien viene en nuestro auxilio, con su poder, y que al mismo tiempo hemos de emplear todos los medios necesarios –rectos, por supuesto- para la realización del bien, -como los soldados ponían lo mejor de sí para triunfar.
Dios quiere, y lo manifiesta muchas veces en
Dice el texto que llegó un momento en el que tuvieron que sostener los brazos de Moisés, y esto lo hicieron Aarón y Jur.
¿Qué indica esta actitud? Que la oración privada es importante pero necesitamos también de la oración comunitaria, de la ayuda de nuestros hermanos.
De hecho el mismo Jesús nos dice que donde dos o tres se reúnen en su nombre allí está presente El mismo.
No apoyarnos en nosotros mismos, en nuestras solas fuerzas, sino también acudir al orar y obrar de la comunidad, con el objeto de realizar lo que es bueno y agradable a Dios.
De hecho nosotros como miembros de
Y así, todos juntos apoyándonos, laborar por seguir en la escucha y realización de la voluntad salvífica de Dios.
A todos nos pasa muchas veces o en algún momento importante de nuestra vida, que nos acecha la tentación de bajar los brazos.
Los problemas nos agobian, la inseguridad invade nuestro corazón como que pareciera que nada tiene solución, y la tentación muy fuerte es bajar los brazos, dejar de luchar.
Bajar los brazos que no sólo es dejar la oración confiada y segura al Creador, sino también dejar de poner lo mejor de nosotros mismos para ir superando los obstáculos.
Por eso
Celebrando hoy el día de la madre, encontramos a una persona que descuella en la familia cristiana reuniendo estos dos aspectos en el obrar diario: la figura de la mujer- madre.
Muchas veces comprobamos que la madre, la mujer, es la que permanentemente no baja los brazos.
La madre, la mujer, la esposa, es capaz de luchar para sortear los obstáculos que se presentan en la vida familiar o de algunos de sus miembros.
Ante un hijo que ha caído en la droga o que anda extraviado o está enfermo, la madre es capaz no sólo de levantar los brazos en la oración, sino también de poner lo mejor de sí para solucionar el problema del que se trate.
¡Cuántas veces una mujer es capaz de larga oración ante la situación de un esposo sin trabajo, pero también de acompañarlo con su comprensión y cariño para que no decaiga!
Si la inflación es galopante, la madre, la mujer, es capaz no sólo de orar a Dios pidiendo su protección ante la realidad de bolsillos cada vez más enflaquecidos, para que no falte el pan de cada día, sino también poner manos a la obra para obligar a que bajen los precios o a saber arreglarse con pocos elementos.
A lo largo de nuestra vida tenemos que tener esa actitud orante y obrante, “a Dios rogando y con el mazo dando”, que vincula en un solo acto a la fe manifestada en la oración, con la fortaleza, virtud cardinal que nos permite vencer los obstáculos presentes o futuros que quieren inmovilizarnos e impedirnos la realización del bien.
Se trata de participar con espíritu de fe, no de partidismos políticos, en un triduo de oración que tendremos en la parroquia –desde la hora 19, con la misa a la hora 20- , los días martes 23, miércoles 24 y jueves 25 de esta semana que iniciamos para, delante de Cristo presente en
Oraremos levantando nuestros brazos suplicantes para que el Señor proteja a nuestra Patria ayudándonos a buscar cada uno en particular, pero también en comunidad, lo mejor para nuestra Argentina.
Se conjugan en estos días, momentos de confusión, crecimiento de la violencia en crímenes crueles, “supuestas encuestas” que nos quieren hacer bajar los brazos pensando que todo está definido y que nada podemos hacer para salir de la apatía y desinterés en los que está sumido gran parte de nuestro pueblo.
De allí la necesidad de implorar a Dios y de obrar en consecuencia.
La oración debe ir acompañada, por lo tanto, con nuestro aporte concreto. Este aporte se significa el domingo que viene a través del voto afirmativo.
En efecto, sabemos que, nuestra legislación electoral no tiene en cuenta el voto en blanco, que favorece a la primera minoría –privándole de su sentido que es manifestar que ningún candidato nos entusiasma- , y sólo cuenta el voto afirmativo.
Junto con la oración a Dios, pidiendo que nos ilumine, hemos de analizar en estos días cuáles personas con sus ideas y proyectos encarnan nuestras convicciones cristianas.
Analizar qué candidatos nos aseguran la lucha incansable en defensa de la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural, y la búsqueda del bien común para que todos los argentinos se dignifiquen como personas.
Descubrir qué candidatos nos ofrece probada mejor imagen de honestidad personal, seguridad y transparencia en su futura acción política en el manejo de la cosa pública, y que sin dejarse seducir por la posibilidad del “negocio” para sí mismos y sus amigos, utilizarán los recursos que son de todos, para humanizar mejor a todos.
Detectar qué candidatos lucharán mejor para erradicar la violencia cada vez más invadente de nuestra sociedad, dotándonos de espacios verdaderos de paz social.
Seguramente muchos se habrán preguntado acerca de estas cuestiones, y la respuesta probable sea que ningún candidato reúne todas las exigencias que nosotros pretendemos.
En esto tenemos que ser realistas y saber que no encontraremos candidatos químicamente puros. Este hecho concreto exige ponernos más bajo la luz de lo alto para buscar la voluntad de Dios y elegir no el mal menor, dado que el mal no ha de elegirse desde una perspectiva de fe, sino buscar con el voto afirmativo realizar el bien posible en el aquí y ahora de nuestra historia como Patria.
Elegir por lo tanto, conforme a nuestra conciencia recta, sin dejarnos influir por el ruido de las encuestas, la más de las veces mentirosas, ni bajar los brazos ante los siempre “anunciados triunfos” que buscan hacernos jugar por “el favorito” y no por lo que pueda resultar más beneficioso para nuestra Patria.
Elegir bien supone tener en claro cuál ha sido nuestra realidad pasada, cómo se muestra el presente y qué podemos cambiar para el futuro.
Nos hará justicia, aunque tarde en llegar, en el sentido de que se realizará, con nuestra colaboración todo aquello que respete y corresponda a nuestra realidad de hijos de Dios, creados a imagen y semejanza de nuestro Señor.
Por lo tanto en medio de la tentación por el desánimo, por bajar los brazos, acordarnos que siempre Dios está con nosotros ya que somos sus hijos
El tardar en respondernos no significa que El nos haya abandonado. La tardanza, a veces, implica que El espera reconozcamos con una actitud de profunda fe que en definitiva es El quien se acuerda de nosotros siempre, a pesar de nuestros olvidos.
Se trata de reconocer que muchas veces la tardanza en la realización de la justicia en este mundo obedece más a nuestra desidia y falta de asunción de los deberes personales y sociales, que a una falta de escucha por parte del Creador.
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Reflexiones en torno a los textos bíblicos de la liturgia dominical del 21 de Octubre de 2007.
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Padre Ricardo B: Mazza. Director del CEPS “Santo Tomás Moro” y del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II.
Santa Fe de
http://ricardomazza.blogspot.com/
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