30 de julio de 2008

La Profecía del exterminio de la cizaña


1.-La fuerza interior de la Palabra

La Palabra de Dios (Mateo 13,31-34) nos hace ver que el Reino de los Cielos, es decir, la nueva vida que instaura Jesús, tiene una presencia que avanza despaciosa pero eficazmente.

Por eso Jesús insiste en la parábola de la levadura que es capaz de trabajar desde dentro una gran cantidad de harina, y en la del grano de mostaza que es una semilla muy pequeña, tanto que apenas se ve, pero que cuando crece se convierte en un gran arbusto donde los pájaros se refugian.

Lo mismo pasa en el corazón del hombre cuando damos cabida a la semilla de la Palabra y respondemos libremente a lo que ésta quiere realizar en nuestro interior. Va dando fruto poco a poco, como tomando posesión de nosotros, otorgando nuevo sentido a nuestra existencia.

Los discípulos –según el texto bíblico- entendieron lo que el Señor les enseñaba acerca de esta fuerza interior de la Palabra, por eso no pidieron explicación alguna.

Pero con la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13,24-31) no entendieron lo que se les quería transmitir. De allí que le dicen con vehemencia: “explícanos la parábola del trigo y la cizaña”.

Y Jesús la explica (Mateo 13, 36-43) de un modo muy simple porque los quiere llevar a entender los misterios más profundos, en este caso el de la libertad del hombre y cómo Dios la respeta en toda su extensión, aunque resulte incomprensible muchas veces cuando se trata de una libertad que defecciona del bien para realizar el mal.

2.-La presencia del trigo y la cizaña entre nosotros.

Partiendo de lo que acaece en la naturaleza, los lleva a entender lo que sucede en la vida interior del hombre en el que se juegan las grandes decisiones que marcan nuestra trayectoria temporal hacia lo eterno.

Es esta una parábola donde se descubre cuál es el sentido de la vida humana, del cual reniegan no pocas personas.

El que siembra el trigo es el mismo Jesús, y la buena semilla, es decir el trigo, es toda persona que vive para hacer el bien.

La cizaña representa a los seguidores del maligno, el cual hace su trabajo sembrando el mal en el campo del Señor, y en nuestro propio interior.

¿Qué nos enseña esta parábola? Que la lucha entre el bien y el mal es permanente. Que los incondicionales del maligno buscan confundir a los seguidores del Señor y ahogarlos con sus mentiras y errores.

Se trata de la presencia del mal, no querida por Dios, pero sí permitida desde el pecado original por el cual quedamos inclinados a las obras del mal, aunque con la libertad soberana de rechazar su influjo y servir al único Dios.

Es necesario descubrir cómo obra la cizaña y cómo hemos de operar nosotros. Es decir hacer una lectura de nuestra vida diaria para descubrir las insidias del maligno y sus seguidores, y así diferenciarnos a través de las obras del bien.

Llamados a discernir el trigo de la cizaña en los grandes temas de la existencia: la vida, el matrimonio, la economía, la política etc.

3.-Las obras del trigo y de la cizaña

Quien favorece el matrimonio y la familia según la visión bíblica, quien asiste a través de políticas de estado al bien de la familia estará trabajando como trigo.

Por el contrario, la cizaña representada por los seguidores del maligno intentará destruir el ideal del matrimonio constituido por dos personas de distinto sexo, promoverá el amor libre, las uniones de hecho o “a prueba”, las familias ensambladas y cuanto desatino esté de modo en la cultura decadente de nuestro tiempo.

Muchas veces nos sucede que a pesar de haber sido bien formados en la verdad cristiana, estas semillas de cizaña nos van bombardeando de tal manera que asumimos como “normal” lo que nada tiene que ver con el evangelio.

El Señor y sus seguidores trabajan día a día en la defensa de la vida humana, promoviendo lo que la dignifica, procurando la grandeza del ser humano para que viva como señor de todo lo creado, con vivienda digna y trabajo adecuado.

Pero también el maligno y sus seguidores trabajan sin descanso promoviendo la cultura de la muerte, el aborto, la eutanasia, la explotación del hombre por el hombre, el empobrecimiento de los pueblos, la esclavitud infantil.

En el mundo de la política el trigo trabaja en aquellos que buscan ser fieles a lo que Dios les pide y defienden la realización del bien común, esto es, creando aquellos ámbitos en los que pueda desarrollarse el hombre de una manera adecuada.

Pero la cizaña está presente, a la inversa, cuando el político se olvida de su deber para con la población y toma su función como un botín de guerra procurando sólo enriquecerse en perjuicio de sus hermanos.

El trigo está presente además en el mundo de la verdad que nos presenta Jesús y su Iglesia a través de la doctrina Social o de las distintas enseñanzas que se han mantenido incólumes a través del tiempo.

La mentira, cuyo padre es el demonio, está por otra parte muy presente en nuestro mundo. La vemos, la percibimos, la oímos. Vivimos en la mentira institucionalizada de tal manera que, corremos el riesgo de no divisarla o de no tomar conciencia de su malicia.

En la relación con Dios, el trigo será el intento permanente a estrechar vínculos de amistad con El, de vivir de su misma vida, de escuchar su Palabra, de parecernos más a El, de tener los criterios del Evangelio.

La cizaña sembrada en el mundo y en nuestro corazón buscará en cambio alejarnos de Dios por el rechazo o la indiferencia, o a incentivar el primer deseo pecaminoso del hombre de querer ser como Dios, desplazándolo a El permanentemente.

4.-El misterio de la presencia del mal-cizaña.

Ante la presencia de tanto mal en el mundo surge una pregunta obligada, ¿qué debemos hacer? O ¿por qué Dios no destruye tanto mal presente en la sociedad en la que estamos insertos?

Como los peones de la parábola le decimos al Señor, hasta con bronca: ¿quieres que saquemos la cizaña para que no perjudique el trigo?

Y El nos responde: ¡No lo saquen, no sea que quiten también el trigo!

Y así hasta la muerte personal de cada uno o el fin de los tiempos –la cosecha de la parábola- viven juntos el trigo y la cizaña, el bien y el mal. Sobre unos y otros hace salir el sol el buen Dios, envía la lluvia a todos, da de comer y vestir a unos y a otros, hasta el momento por El fijado en que se esclarecerá el panorama y se hará la separación definitiva, donde los buenos resplandecerán para siempre y los que hacen el mal serán arrojados al horno ardiente.

Aunque esta convivencia se hace muchas veces gravosa, debe sin embargo llenarnos de consuelo.

En efecto, en el libro de la Sabiduría (12,13.16-19), se nos afirma que Dios manifiesta su poder a través de la misericordia y de la justicia.

Nos damos cuenta con esta afirmación que este período que va desde los comienzos del mundo hasta su fin, es el tiempo de la paciencia de Dios.

Es el período en que Dios quiere ejercer su misericordia. El lapso en que da diversas oportunidades para que los seguidores del maligno se conviertan y se vuelvan trigo, seguidores de la Verdad y del Bien.

Pero da un límite, signado por la siega y la cosecha final en el que se separarán unos de los otros.

Y confiamos esperanzados en la promesa del Señor de tal modo que aunque vivimos en medio de todo tipo de injusticias, sin embargo no perdemos la certeza de que alguna vez se manifieste la Justicia de Dios.

Y esto responde al sentido más íntimo de todos nosotros, orientados siempre hacia el Creador desde el inicio hasta llegar a la meta última que es El mismo.

Nuestro deber consistirá en trabajar sin desfallecer para ser trigo como miembros del Reino Nuevo que instaura Jesús.

No cansarnos nunca de obrar el bien aunque pareciera que todo se desploma, ya que llegará el tiempo –no sabemos ni el día ni la hora- en que el gran victorioso será el mismo Dios.

Tratar de poner luz donde hay tinieblas, descubrir el mal y ponerlo en evidencia para que no triunfe impunemente engañando a todos.

Y para esta tarea no tener miedo ya que no estamos solos.

Pero reconocer que hemos de trabajar también para desechar la cizaña que crece muchas veces en nuestro interior, para que sólo tenga vida el buen trigo.

Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Santo Tomás Moro “y del Grupo Pro-Vida “Juan Pablo II”.

ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com;

Reflexiones sobre Sabiduría 12,13.16-19 y Mateo 13,24-43.

Santa Fe de la Vera Cruz, 30 de Julio de 2008.

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