29 de enero de 2009

LA CONVERSION DE SAN PABLO Y DE LOS PERSEGUIDORES DE LA IGLESIA.

“Muchos persiguieron y persiguen a la Iglesia de Cristo por odio a la fe.
Es decir no pecan por ignorancia, sino que conociendo la fe verdadera la rechazan voluntariamente porque ésta les reprocha su vida desviada”.


Celebrando desde el año pasado hasta el próximo 29 de junio el año jubilar paulino, que conmemora los dos mil años del nacimiento del Apóstol de los gentiles, la fiesta de su conversión alcanza hoy especial relevancia.
De allí que la liturgia de este domingo recuerde en sus oraciones y textos bíblicos al Apóstol de los paganos.
La conversión de San Pablo refiere no sólo al cambio que se obró en su corazón, sino que nos habla también del Dios misericordioso dispuesto a aceptar a toda persona que lo busca aún sin saberlo, moviéndolo con su gracia de conversión a una respuesta libre y comprometida.
En la segunda lectura (Gálatas 1,11-20) el mismo Pablo señala que fue elegido por Dios desde el vientre de su madre y llamado a su gracia, para evangelizar a los paganos, es decir, para llevar la Buena Nueva a los que no procedían del judaísmo.
El reconoce la atadura a las tradiciones recibidas del judaísmo que le impedían reconocer que en el cristianismo, esa nueva religión que se extendía cada vez más, estaba presente la fe en el Mesías.
De allí que se dedicara a perseguir y encarcelar a los cristianos –“con qué saña perseguía a la Iglesia de Dios y la asolaba” (v.13)- que venían a cambiar las costumbres y las enseñanzas del judaísmo.
La gracia de Dios – reconoce el Apóstol- le hizo ver cuál era el verdadero camino que debía emprender.
Y esto se une con lo afirmado en la primera lectura tomada de los Hechos de los Apóstoles (cap.9, 1-22) donde el mismo Pablo va narrando cómo fue el proceso de su conversión.
Conversión que significó dejar atrás el desconocimiento de Cristo y abrir su corazón generosamente al camino nuevo que Jesús le ofrecía.
La gracia recibida de lo alto fue el fruto de un encuentro y diálogo con el Señor: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?”, “¿Quién eres Señor?”, - responde, “Soy Jesús a quien tú persigues”, (Hechos 9,4-7).
Y a partir de ese momento, con la pregunta “¿Qué debo hacer, Señor? (Hechos 22,10), se dispone libre y totalmente a lo que Jesús le ha de encomendar en Damasco, porque recibió la gracia del llamado a ser apóstol y se adhirió a ella.
En esa ciudad, Ananías –enviado por el Señor- le impone las manos –signo del poder de Dios que sobre él desciende- , recobra la vista, y se le caen como unas escamas de los ojos. Es que mientras perseguía a los cristianos estaba a oscuras, dominado por la ceguera de sus pasiones.
Al conocer a Cristo, en cambio, comienza a vivir la existencia de un iluminado por quien es la luz del mundo.
Y encontró así no sólo el camino de su salvación personal, sino la senda para llevar a sus hermanos el mensaje que había recibido. El cambio fue tan grande que la gente se preguntaba, ¿no era este el que antiguamente perseguía a los cristianos? (cf. Hechos 9,21), pero Pablo seguía demostrando que Jesús es el Mesías.
La conversión de Pablo, como la de tantos en la historia de la Iglesia, es obra del Dios de las misericordias y de la respuesta libre de quien quiere vivir de una manera distinta.
Pero también comprobamos - si recordamos la historia de la Iglesia o miramos a nuestro alrededor en la actualidad-, que son muchos los que persiguieron y persiguen a la Iglesia de Cristo.
Pero mientras que Pablo lo hacía por defender las enseñanzas y tradiciones recibidas de pequeño, sin advertir la presencia del Mesías, muchos persiguieron y persiguen a la Iglesia de Cristo por odio a la fe.
Es decir no pecan por ignorancia, sino que conociendo la fe verdadera la rechazan voluntariamente porque ésta les reprocha su vida desviada.
Y así se multiplican el insulto, la indiferencia, el rechazo a Cristo, a su Iglesia, a las creencias cristianas, tomando frecuentemente como excusa o la supuesta falta de verdad de lo que no se cree, o la carencia de honestidad de los cristianos que “los escandaliza” o los lleva a no creer.
A pesar de ello, sin embargo, siempre es posible la conversión si se escucha la voz del Señor y si se la sigue de corazón.
De hecho, por ejemplo, ya se conocen algunas conversiones de quienes en otro tiempo no sólo defendían sino que causaban miles de abortos, como el Dr Bernard Nathason, crimen especialmente diabólico ya que se opone directamente a la Encarnación del Hijo de Dios por la que se resalta la dignidad de toda persona que viene a este mundo.
Por eso en nuestros días tenemos que pedir por la conversión de quienes persiguen la fe cristiana, y que muchas veces llevan los agravios hasta la ofensa a Dios, Jesucristo, la Virgen María, y todo lo que aparezca como santo y noble.
En este sentido conviene recordar que hace pocos días en Chile a través de la exhibición denominada "Vírgenes Fashion Show" del modisto Ricardo Oyarzún, se atentó contra la figura de la Virgen María.
Los obispos chilenos señalaron que "bajo una discutible apariencia de expresión artística y apelando a una ambigua comprensión de la libertad de expresión, (este desfile) falta el respeto a la veneración que millones de chilenos profesan a la Virgen María. Esto atenta contra un derecho humano elemental, como es el respeto a la religión, en el marco de un Estado de derecho".
El texto también señaló que la presentación de Oyarzún, en la que un transformista hará el papel de Jesús, termina "revirtiendo contra la misma dignidad de la mujer al presentarla como objeto de consumo". "Miramos con especial dolor y deploramos aquellos actos que buscan rebajar las manifestaciones de amor sincero a la Virgen María", expresaron.
Ante el anuncio del desfile, el grupo Muévete Chile presentó ante la Corte de Apelaciones de Santiago un recurso de protección, con el fin de suspender este evento a realizarse en una discoteca homosexual.
Sin embargo, la Séptima Sala de la Corte de Apelaciones denegó la orden de no innovar presentada por los católicos chilenos.
Esto tiene una gravedad especial en nuestra época, ya que con el pretexto de supuestas expresiones artísticas y con la complicidad de las autoridades que prefieren cuidar más el sedicente derecho a la libre expresión que su propia salvación eterna, se atenta contra la fe de muchos ciudadanos en la persona de la Madre de Jesús.
Conviene destacar además que siempre detrás de las persecuciones está la presencia del influjo satánico.
También los ataques reiterados a la Santísima Virgen, sin duda alguna están inspirados por el espíritu del mal.
Recorramos algunas situaciones concretas para vislumbrar este aserto.
Leyendo actas de procesos de varios exorcismos (cf. “Los endemoniados hoy, de Corrado Balducci) realizados en personas poseídas por el demonio, se destaca con exactitud el comportamiento del demonio en el transcurso de los mismos.
Y así, se observan continuos insultos contra Dios, contra Jesucristo, la Iglesia, el sacerdocio y personas u objetos relacionados con lo sagrado.
Es notable, sin embargo, apuntan los cronistas de los hechos, cómo el demonio no insulta a la Virgen María.
En una oportunidad, por ejemplo, (cf. pág. 402 y siguientes de la obra citada que describe los sucesos ocasionados por la posesión diabólica de los hermanos Burner –años 1865 a 1868 y exorcismos en el año 1868-69 en el sur de Alsacia-), el demonio llama a las cuentas del rosario “excrementos de cabra” y al rosario mismo “cola de gato”, pero reconoce que no puede poner su mano en la imagen de la Gran Señora.
Al respecto se destaca en el proceso que “mientras el demonio injuriaba y se burlaba de las cosas más santas, sin exceptuar ni al mismo Dios, jamás osó injuriar a la Virgen, y a alguien que le preguntó la razón de ello, respondió brevemente: -no tengo derecho. La Marioneta de la Cruz me lo ha prohibido”.
También, el Sr. Tresch, síndico de Illfurt, al intentar leer las oraciones de la misa a los demonios que poseían a los dos hermanos Teobaldo y José, escuchó: ”¡Es inútil que vengas aquí a hablarnos de la Marioneta sobre la Cruz y de la Gran Señora!”.
Asimismo, en otra oportunidad, le reprochan a este piadoso cristiano que “Tú lo das todo a la Gran Señora”.
Vemos por lo tanto cómo el demonio se detiene –porque lo tiene prohibido- ante la persona e invocación de la Virgen María.
Pero justamente por ello, no es inverosímil razonar que a causa de ese impedimento, utilice al ser humano a través de falsas expresiones de arte, o -como en el caso chileno un desfile de “simulacros de vírgenes”-, para atacar directamente a la persona de la Madre de Jesús.
¡Cómo se deja de lado en la actualidad que con la Madre de Jesús no hay que meterse, como le sucedería a cualquiera de nosotros que no permitiríamos que alguien ofenda a la nuestra!
Sin embargo es conveniente recordar, que aún en estas situaciones tan deplorables, los perseguidores de la fe cristiana están llamados a la conversión, para transformarse como Pablo en apóstoles de la verdad.
Por eso es importante recordar lo que nos señala el texto del evangelio de hoy (Marcos 16,15-18) en el sentido de ir al encuentro del hombre de hoy para llevar el Evangelio de Cristo, sin miedo.
El apóstol de Cristo está dispuesto a soportarlo todo por causa del Evangelio, y así lo expresa con valentía el mismo Pablo en diversas oportunidades, capaz siempre de sufrir lo indecible por el Evangelio y afirmando que todo es basura comparado con el amor de Cristo.
Vemos así hasta qué punto Cristo entró en su corazón transformándolo totalmente.
La experiencia de Pablo no sólo nos muestra cómo transforma la gracia de Dios su corazón, sino que también nos llena de esperanza ante la posibilidad –mediante la libre disposición del hombre- de que los perseguidores puedan encontrarse con el Señor, abrirse a la fuerza del don de lo alto y cambiar radicalmente sus vidas.
Pero también es cierto que Dios respeta tanto la libre disposición del hombre que el texto evangélico de la liturgia de este día afirma “el que no crea se condenará”.
No se trata en este caso de aquellos que no conocen a Cristo sin culpa, o porque no han tenido la oportunidad de conocerlo, lo que en la teología se conocen como los “infieles negativos”, sino aquellos que conociendo cuál es la verdadera fe se niegan aceptarla para encaminar sus vidas –los llamados “infieles positivos”-.
Se cumple así lo de san Agustín, “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”.
Es verdad también que nosotros mismos que profesamos la fe podemos estar también en el límite de la incredulidad cuando no vivimos según lo que creemos, o acomodamos la verdad según nuestros gustos, o la fe es sólo un barniz por conveniencia social o política, o como medio para alcanzar otros fines en la vida.
Aprovechemos este día de especial bendición por parte del Señor para pedirle que nos conceda un corazón bien dispuesto a la conversión constante y al compromiso esforzado de ser verdaderos apóstoles de la verdad evangélica.
Padre Ricardo B. Mazza. Director del CEPS “Santo Tomás Moro”.
Reflexiones con ocasión de la Fiesta de la Conversión de San Pablo. 25 de Enero de 2009.
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