24 de abril de 2010

Como creyentes bautizados proclamemos que Él, “Es el Señor”.


El evangelio (Juan 21, 1-19) nos presenta cómo aconteció la tercera aparición de Jesús a sus discípulos. De una manera sencilla describe que Pedro decide ir a pescar, que manifiesta su deseo a los apóstoles que están con él, y que éstos –seis en total- deciden acompañarlo. Si bien es pescador de hombres –para eso lo ha llamado el Señor- no ha dejado de lado esta labor que desempeñaba antes de la elección misma de la que fue objeto.
El texto proclamado narra que subieron a la barca. Barca que siempre fue signo de la Iglesia, en la que está timoneando Pedro, ya sea por sí mismo como en este caso, ya sea por sus sucesores los papas del futuro.
Los otros apóstoles anticipan aquí la persona de los ulteriores obispos sucesores de ellos mismos, es decir el episcopado como colegio. Toda una imagen justamente de la Iglesia.
Y entran al mar en medio de la noche. No pescan nada. Esa noche que es signo de tantas noches que en el transcurso del tiempo ha tenido la Iglesia, porque si bien como institución divina es santa, es también pecadora en sus miembros, nosotros los bautizados.
Entrar en la noche a pescar y fracasar en el intento, es un hecho que pareciera señalar que la prédica de la Iglesia cae en saco roto muchas veces. Es la noche del fracaso y, por eso están abatidos.
Pero pasada la noche viene la luz, el amanecer, ya que está Cristo en la orilla, el cual es visto en ese momento porque hay luz, pero que ya estaba presente junto a los apóstoles, guiándolos sin que ellos lo supieran, atento a lo que sucedía en la barca.
Y he aquí que el Señor sabiendo que nada han sacado del agua, les dirá “echen las redes a la derecha de la barca”. La pesca que resulta es abundante, ciento cincuenta y tres peces grandes colman las redes.
Esa plenitud de las redes está expresando la catolicidad de la Iglesia que estará presente en medio del mundo. Iglesia conformada por peces buenos y malos. Iglesia que es universal y que hasta el fin de los tiempos estará presente en medio de los pueblos.
Y nos dice el pasaje evangélico, que allí entonces Juan exclama: “Es el Señor”. Es el descubrimiento que hace el amor. Imposible descubrir a Cristo si no hay amor. Imposible encontrar a Cristo si Él no ocupa el centro del corazón humano.
Por eso los discípulos de Emaús, -como meditábamos el domingo de Pascua por la tarde- a pesar que al principio no se dan cuenta sobre la identidad de quien los acompaña, terminan por conocerlo al partir el pan, y esto porque Jesús está en el centro de sus corazones.
El amor a Jesús, -por parte de las mujeres, de Pedro y Juan-, los conduce a buscarlo en la tumba vacía. El amor siempre descubre la presencia de Jesús, incluso en situaciones en las que no se lo espera.
“Es el Señor” dice Juan, pero es Pedro, el elegido para conducir la Iglesia de Cristo, quien se adelanta para encontrarse con el resucitado.
Y allí comen juntos los discípulos con el Señor. Entran en comunión a través del signo del pan, entran a participar de la vida de Cristo y entre sí, y así fortalecidos surge este compromiso tan radical de Pedro con el Señor. Y así escuchamos que cuando le hace la triple pregunta “¿Simón me quieres?”, responderá Pedro –“Sí Señor, tú sabes que te quiero”.
Esta triple pregunta recordará la triple negación durante la Pasión, no con actitud de echarle en cara al apóstol su negativa del pasado, ya que está perdonado, sino para recordarle que para no caer en lo mismo otra vez debe afirmarse en Él.
En efecto, Pedro negó al Señor cuando se afirmó en sí mismo: “yo jamás te negaré”. Descubrimos así, que cuando el ser humano se funda en su propia persona, en la falsa seguridad de su nada, prescindiendo del Señor, inexorablemente cae.
De la nada nuestra hemos de buscar la firmeza que nos viene de Cristo.
“Apacienta mis ovejas”- le dirá Jesús a Pedro. Tú eres el cuidador de mi rebaño -pareciera decirle, “apacienta mis ovejas”, pero acuérdate que esto no es privilegio sino que vendrá la cruz, y le anuncia la forma en que ésta se hará presente al fin de sus días especialmente.
Por eso el sucesor de Pedro, el Sumo Pontífice, debe tener claro este anuncio del Señor, porque en la medida que es fiel a la palabra del resucitado que lo interpela, y a las tres veces que dice “Tú sabes que te quiero”, poniendo en práctica esto en su enseñanza y en su vida, recibirá persecución, rechazo, odio, como muchas veces acontece, especialmente en nuestros días.
Pero esto debe fortalecer más su espíritu para ir al mundo llevando el mensaje de Jesús.
El libro de los Hechos de los Apóstoles (5,27-32.40-41) en el texto que hemos proclamado hoy nos dice que Pedro y los apóstoles están ante el sumo sacerdote que los interroga acerca de la predicación que sostienen sin descanso: “¿No les habíamos prohibido enseñar en nombre de ese?”, es decir de Cristo. Y Pedro conjuntamente con los demás apóstoles contesta: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Hermosa respuesta que nos deja una enseñanza para toda nuestra vida, la de obedecer siempre las enseñanzas del Señor y no la de los hombres.
Muchas veces la tentación nuestra de cada día es la de proclamar como verdad los criterios del mundo, dejando de lado lo manifestado por Dios, haciendo caso omiso hasta de sus mandamientos, si se oponen –como con frecuencia sucede- con las aparentes razones de nuestra cultura increyente.
Bien deberían escuchar esta parte del evangelio muchos legisladores que prefieren escuchar no a Dios sino a los hombres, y coquetean con leyes como la del matrimonio homosexual o el aborto, presionados por estos llamados colectivos ideológicos que pululan en nuestra Patria. Para estos que se consideran representantes del pueblo y, que jamás lo escuchan, puede más la voz de un grupúsculo que la voz de Dios.
Los católicos- y los que se dicen católicos- hemos de recordar siempre esto que dijo Pedro: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”, aunque eso signifique como le pasará a Pedro el ser azotado, despreciado, y que le sigan prohibiendo que hable de Cristo.
Dice el libro de los Hechos al respecto que los apóstoles “salieron contentos por haber sufrido por la causa de Cristo”.
¡Qué difícil es salir contento por padecer por la causa de Cristo! ¡Qué fácil es salir corriendo, esconderse, decir que no me meto en esto y que se las arregle Cristo en resolver los problemas, porque yo no quiero líos, problemas o dificultades con el mundo que reclama cada vez más la fidelidad a la mentira!
Muchos políticos dicen que han de ser fieles al partido y, por ello son infieles muchas veces a Dios, traicionando la verdad y el bien en el altar de la idolatría de ideas extrañas no sólo a la fe sino también a la naturaleza de las cosas, al hombre mismo.
Pedro dará la cara por el Señor, está seguro porque se afirma en Cristo, el resucitado, el que Vive para siempre, y porque tiene la convicción que algún día va a encontrarse en el número de aquellos que describe el libro del Apocalipsis (5,11-14), como una muchedumbre inmensa que da gloria a Dios y que repite sin cesar mirando al Cordero sacrificado que es Cristo, “A Él la gloria y el poder para siempre”, ya que como nos decía Juan el domingo pasado, es el principio y el fin, el que está vivo para siempre.
Esto nos debe dar a nosotros una seguridad tan grande que nos permita vivir en este mundo a pesar de las dificultades que soportamos para vivir la fe, nos debe dar fuerza para seguir adelante y continuar presentando el Evangelio sin angustiarnos por el avance cada vez mayor de lo antinatural en nuestra Patria, ya que Dios se encargará de poner orden y racionalidad en el momento que Él quiera. Por nuestra parte, por supuesto, hemos de poner nuestro granito de arena para ser fieles al Señor y predicar el evangelio tal como lo conocemos y tal como lo hemos recibido.
No tengamos miedo, escuchemos la voz de Cristo que nos dice: “Echen las redes a la derecha”, donde yo les digo, allí trabajen que yo estaré con ustedes.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura Párroco de la Parroquia “San Juan Bautista”, de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz, en Argentina. Homilía en III° domingo de Pascua, ciclo “C”. 18 de Abril de 2010.
ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com; http://gjsanignaciodeloyola.blogspot.com; www.nuevoencuentro.com/tomasmoro; www.nuevoencuentro.com/provida.-

No hay comentarios: