26 de marzo de 2016

“Vayamos con actitud de fe al encuentro del Sumo Sacerdote que se ofrece por nosotros, para transformar nuestra existencia en ofrenda plena a su bondad”






Escuchábamos recién en la carta a los Hebreos (4, 14-16; 5, 7-9) “Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios,  un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe”. 

La certeza, pues, de que Jesús ya reina con el Padre como Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza, sellada con su sangre en la cruz, debe alimentar y   reafirmar nuestra fe en su paso mediador y salvador entre nosotros, como enviado .
Estamos convencidos que Jesús es un Sumo Sacerdote capaz de compadecerse de nuestras debilidades ya que “Él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado”.
Y como ha padecido en su carne todos los sufrimientos de la humanidad, es que puede presentarse ante el Padre como Mediador, Sumo Sacerdote, Pontífice –es decir, puente-  que une a todos y cada uno de los que fuimos creados, con el Creador.
Esta verdad debe permanecer siempre en nuestro corazón, llenándonos de confianza para acudir siempre a Dios, conociendo de antemano su infinita misericordia, de allí que “vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno”.
Este año de la misericordia que transcurrimos, es un tiempo más que propicio para acudir más y más a Aquél que nos dispensa su misericordia, su cercanía a nuestras miserias, a nuestras limitaciones, dispuestos siempre a responder ante tanta bondad, siguiendo los pasos de quien no dudó en llevar la cruz por nuestra salvación.
Ahora bien, fue la obediencia al Padre lo que permitió que recibiéramos tantas bendiciones por mediación de Jesucristo.
Obediencia que también para nosotros ha de ser instrumento de salvación y crecimiento ya que “Él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen”.
Obedecer que es primero disponer nuestros oídos para escuchar la voluntad de Dios sobre nosotros, ya que la fe entra por el oído, dice san Pablo, y prolongar esa Palabra no sólo contemplándola, sino también poniéndola en práctica a lo largo de nuestra vida. 
Queridos hermanos: no dejemos de aprovechar lo que Dios quiere brindarnos en estos días de gracia, vayamos con actitud de fe al encuentro del Sumo Sacerdote que se ofrece por nosotros, no sólo para escucharlo sino sobre todo para transformar cada día de nuestra existencia  en ofrenda plena a su bondad.
Que la fe no sea un adorno que se declama sino una manifestación de nuestro convencimiento interior de que Jesús es el Señor de nuestras vidas.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Celebración de la Pasión del Señor del Viernes Santo. 25 de marzo de 2016. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com

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