11 de junio de 2016

“Por la resurrección y la vida, Dios ha visitado a su pueblo”


 En el texto del primer libro de los reyes y en el evangelio, queda patente que Dios es Señor de vivientes ya que por su intermedio resucita al hijo de la viuda de Sarepta y al hijo de la viuda de Naím. 

En la primera lectura (I Rey. 17, 17-24) se destaca el conflicto que existía entre los israelitas en tiempo del rey Acaz y su mujer Jezabel, promotores del culto a Baal, que era observado por no pocos del pueblo, y aquellos que reconocían a Yahvé como el verdadero Dios de la alianza.
La viuda de Sarepta, probada con la muerte de su hijo, termina creyendo a Elías profeta y al poder de Yahvé,  renunciando al culto falso a los baales, alejándose del concepto de retribución por el que los males soportados eran  causados por los pecados personales, aceptando al único Dios verdadero, dador de vida, que cumple lo que promete, aunque parezca estar ausente.
Por otra parte, el  texto del evangelio (Lc. 7,11-17)  nos describe cómo en las puertas de la ciudad de Naím, se encuentran dos cortejos bien definidos y diferentes entre sí, el cortejo de la muerte y el cortejo de la vida.
El cortejo de la vida está encabezado por Jesús, los discípulos y una gran multitud, que se dirigen a la ciudad, a la vida que bulle por todas partes.
El cortejo de la muerte, está en salida, se dirige al lugar de los muertos para sepultar al hijo único de una viuda, acompañado también por mucha gente.
El dolor es ciertamente muy profundo, no sólo por la pérdida de un hijo joven, sino también porque está presente la sombra negativa del concepto de una retribución por el pecado, que Jesús disipa dejando en claro que cada uno dará cuenta por sus faltas, y además,  como aconteciera con el ciego de nacimiento, el Señor con los “signos” que realiza, deja en claro que estos acontecimientos permitidos por Dios, suscitarán la manifestación de su gloria cuando la resurrección de los que pasan de la muerte a la vida.
Al acercarse al cortejo fúnebre, el texto dice que Jesús se conmovió, término que refiere a que el dolor del Señor llegó hasta lo más íntimo de su ser,  de allí que sacó al joven de los lazos de la muerte para devolvérselo a su madre.
Este conmoverse de Jesús ya está presente en el Antiguo Testamento, cuando el Dios de la Alianza, llevado por la misericordia, se emociona ante las miserias del pecador arrepentido, como con David, realizando que de la muerte por el pecado pase a la vida de la gracia, reconocido así como hijo.
El Señor prolonga por lo tanto, la figura del Dios misericordioso que se apiada del que está muerto, ya que es Señor de “vivientes”, manifestando su amor y ternura por quien está lejos.
Precisamente por ello la gente exclama “Dios ha visitado a su pueblo”, es decir, que se “humaniza” la divinidad para mostrar su cercanía con el pobre mortal, que limitado en su ser y obrar, se apoya en el poder del Salvador.
Esto nos convoca a tener las mismas actitudes de misericordia de Dios para con nuestros hermanos golpeados por la vida, muertos por el pecado.
¡Cuántas veces como cristianos nos duele la falta de salud o el fracaso de nuestros prójimos, o la muerte física de alguien a quien amamos! Está bien sentir esto, pero es más importante dolernos cuando los cercanos o no a nosotros, están alejados de Dios por el pecado.
Es verdad que  hay creyentes que sufren ante sus parientes y amigos que viven lejos de Dios su Creador, pero, ¿todos los católicos nos “conmovemos” ante los alejados de  Dios? ¿Buscamos los medios para hacer de puentes que acerquen a los pecadores a Jesús?
Aprovechemos este año de la misericordia para  aproximarnos a quienes están lejos del Señor para manifestarles su bondad, para que atraídos por el  Dios de los vivientes, reconozcan que “Dios ha visitado a su pueblo” cuando se hizo hombre y comenzó a estar junto a cada uno de nosotros.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Misa del domingo X del tiempo Ordinario. Ciclo “C”. 05 de junio de 2016. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com








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