27 de septiembre de 2021

Dios ilumina la inteligencia humana con su Palabra, nos ayuda a comprenderla con su gracia y llevar a la práctica con su fuerza divina.

 

Durante el mes de septiembre dirigimos nuestra atención especial a  la Biblia, celebrando este día, el domingo bíblico nacional por disposición de la Conferencia Episcopal Argentina del año 1962.
Esto implica tomar conciencia de la importancia que ha de tener en nuestra existencia cotidiana la Palabra de Dios, la Sagrada Escritura, Palabra viva de Dios contenida en el Antiguo y Nuevo Testamento.
Es en este marco del domingo bíblico nacional que los niños de catequesis de primer año de nuestra parroquia recibirán el libro de la palabra de Dios, previa bendición, para que ellos sean alimentados siempre por la verdad que surge de la inspiración bíblica divina, y encuentren certeramente el camino que conduce a cada uno al Bien.
Dios nuestro Señor ilumina con su Palabra la inteligencia, nos ayuda a comprenderla con su gracia y llevar a la práctica con su fuerza divina.
De manera que en este camino de ser iluminados por la Palabra, de  comprenderla y realizarla en cada momento no estamos solos.
En ese sentido, Dios nos entrega su espíritu y nos guía para descubrir la verdad y realizar el bien, siempre y cuando estemos dispuestos a recibir dócilmente los dones ofrecidos generosamente a nuestra debilidad.
En la primera lectura de hoy (Núm. 11,16-17.24-29) se narra que  Dios transmite parte del espíritu de Moisés  a 70 ancianos para que le ayuden en la administración de justicia y gobierno de un pueblo tan numeroso.
El espíritu desciende sobre 68 de ellos reunidos en la tienda y comienzan a hablar en éxtasis, y también cubre a dos ancianos que no estaban en el lugar de la reunión y empiezan también a profetizar.
Se los denuncia por hacer esto, -suponían que no estaba con ellos el espíritu- , pero Moisés señala que ojala todos fueran profetas porque Dios les infunde su espíritu.
Por el bautismo todos nosotros tenemos la misión de ser profetas. ¿Qué significa esto? anunciar, dar a conocer la Palabra de Dios en medio de la sociedad, de la familia, en el trabajo, en la relación con los demás.
Cada uno de los bautizados ha de comprometerse a realizar esto, cada uno de forma especial en su ambiente. Los padres, en el seno de la familia en primer lugar, los niños en la escuela, dando a conocer a Jesús a sus compañeros, y cada uno según sean sus posibilidades de ampliar el círculo de personas que pueden recibir la palabra divina.
El texto del evangelio del día (Mc. 9, 38-43.47-48) continúa con lo expresado en el libro de los Números, cuando Juan se queja que alguien no perteneciente al grupo de los doce, expulsaba demonios en nombre de Jesús, y que trataron de impedírselo pero no fue posible.
Jesús explicará que aunque no pertenezcan al grupo de los doce, también otros son cubiertos por el espíritu, con tal que no hablen mal del Señor, enseñen la verdad y hagan el bien a todos, y esto porque Dios no se agota guiando e iluminando sólo a los que son del círculo íntimo.
Continúa el evangelio del día con varias enseñanzas; la primera recuerda que todo bien realizado a favor de alguien por ser de Cristo, será recompensado.
Enseguida habla el Señor del escándalo, que consiste en poner una piedra de tropiezo en el camino de alguien para que no persevere  en el bien. Y esto se realiza  incitando a otra persona a pecar, instigar para que alguien realice el mal o, sin desearlo directamente, hago el mal y alguna persona se sirve del mal ejemplo recibido para pecar.
El creyente, por lo tanto, no sólo ha de evitar arrastrar a otro al pecado, sino también cuidar su comportamiento para que no sirva de ocasión.
Y sigue enseñando el Señor acerca de la necesidad de evitar todo aquello que  conduce al mal, y así, aunque no hay que tomarlo literalmente, indica que saquemos de nuestro cuerpo la mano, el pie, o el ojo que nos llevan a pecar, porque está en juego la vida eterna futura.
Cada uno de nosotros ha de reflexionar sobre cuál es la debilidad más fuerte que nos lleva al pecado, ya sea la ira, la codicia, la lujuria, la búsqueda desenfrenada de placeres pecaminosos, el uso indebido de las redes sociales, el celular, la pérdida de tiempo.
Precisamente el apóstol Santiago (5, 1-6) refiere a la codicia que lleva a apoderarse de los bienes materiales de una manera injusta, dilatando el pago de salarios, apeteciendo una vida de riqueza y placeres que prepara a la persona para el día de la matanza, para la condenación eterna.
¡Cuántos se han enriquecido con el dinero esquilmado a los pobres! ¡Cuántos piensan sólo en acumular dinero descuidando la vida futura!
El creyente en Jesús no debe pensar así, sino  estar dispuesto a sacrificar todo lo que no termine en la unión plena con Él.
Queridos hermanos: Pidamos humildemente a Dios que prepare nuestro corazón de manera que siempre deseemos alimentarnos con su Palabra.
Reconocemos la grandeza de esa Palabra cuando cantamos el salmo interleccional (18, 8.10.12-14), admirados por la perfección de la ley divina, de la pureza de su Palabra, de cómo permanece para siempre  y nos instruye de tal manera que sepamos en cada momento cuál es el camino a seguir para llegar a la perfección en esta vida y posteriormente a la vida eterna.
Que Dios nos bendiga y proteja siempre en el camino de la verdad y del bien que deseamos transitar en este mundo hasta la meta de la gloria.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXVI del tiempo ordinario, ciclo “B”. 26 de septiembre de 2021. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com



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