12 de octubre de 2021

La sabiduría que proviene de Dios permite al hombre descubrir que el seguimiento de Jesús nos hace exclamar “Señor, sácianos con tu amor”


 El creyente ha de suplicar siempre la sabiduría que proviene de Dios (Sab.7, 7-11), sabiendo apreciarla porque  permite descubrir su voluntad, que siempre busca la felicidad humana, de allí que la gracia siempre nos ha de preceder y acompañar para perseverar en las buenas obras.
A su vez, la Palabra divina penetra en el interior del hombre y conoce las intenciones más ocultas de cada uno, de manera que nadie escapa a la mirada penetrante de Dios (Heb. 4, 12-13).
El texto del evangelio (Mc. 10, 17-30) nos presenta el encuentro  de cada uno de nosotros con Jesús y cómo su mirada  nos interpela para  conocer la realidad de nuestra vida  en el presente y lo que ha de resultar en el futuro, más generoso  y noble en la entrega personal.
Conforme a esto, la Palabra deja en la liturgia de hoy una enseñanza  en el salmo responsorial (Salmo 89,12-17), cuando en la antífona cantábamos “Señor, sácianos con tu amor”.y cantaremos felices toda nuestra vida.
Retengamos esta afirmación para poder entender qué es lo que Jesús espera de cada uno de nosotros.
Hagamos la prueba y vayamos al encuentro del Señor y arrodillándonos delante de Él preguntémosle: “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?” No se trata de regatear con el Señor: “yo hago esto y Tú me das esto otro”, sino que abrimos el corazón ante la gratuidad divina que se  manifiesta constantemente amándonos.
Pero es bueno preguntarle al Maestro Bueno, porque los demás maestros que enseñaban sobre la ley de Dios no podían llamarse buenos, solamente Cristo, porque es el Hijo de Dios hecho hombre. Maestro bueno porque Él nos enseña el camino de la bondad, del bien, de la verdad.
Precisamente este encuentro con Jesús conocido como el del “joven rico”, es tratado por san Juan Pablo II en su encíclica “El esplendor de la Verdad” (Veritatis Splendor cap. 1), en la que reflexiona señalando que la vida de perfección a la que convoca Jesús es la de las bienaventuranzas.
A su vez, el papa, partiendo de este diálogo con el joven que le sirve de pórtico, se explaya en los principios que deben fundar y regir la moral cristiana, que en definitiva remite al encuentro personal con el Señor.
De allí que no resulte ocioso preguntarle al único que es bueno con mayúscula, qué debo hacer en medio de tanta confusión reinante.
Y Jesús responde con los mandamientos de la segunda tabla de la ley: no matarás, no cometerás adulterio, no darás falso testimonio, no robarás, honra a tu padre y a tu madre.
No habla el Señor de los tres primeros mandamientos, y continuando con el diálogo, el joven responde que todo lo indicado lo cumple desde siempre, siendo la respuesta de Jesús su mirada complaciente cargada de amor para con el joven, “lo miró con amor”.
Por eso decía al principio que retengamos la súplica del salmo interleccional: “Señor sácianos con tu amor”.
La mirada de amor de Jesús confirma la veracidad de lo que afirma el joven, pero  a su vez implica un llamamiento más profundo.
De allí que continúe: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
Este pedido,  refiere al primer mandamiento: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Y cómo  sabemos  esto? Por la respuesta de Pedro: “tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Respuesta que indica que lo principal es el seguimiento.
Ahora bien, ¿Qué dejaron los apóstoles? Eran pescadores, no eran personas de fortuna. Quizás Mateo era el único que podía tener un buen pasar por el oficio de publicano.
La afirmación “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”  aplicado a los discípulos, nos permite concluir que el dejar todo no necesariamente implica riqueza, sino también  pobreza.
El dejar todo engloba a aquello en lo cual habíamos puesto el fundamento de nuestra vida, de nuestro existir, de manera que no solamente, podríamos decir,  es el rico quien tiene dificultad para entrar en el reino de los cielos porque el dinero lo atrapa, sino que también puede ser cualquier otro afecto desordenado, como le llama san Ignacio.
Cualquier otra realidad que tenga atrapado el corazón del hombre e impida la disponibilidad para Jesús, es lo que debe dejarse de lado.
Por eso es muy importante encontrarse con la mirada profunda del Señor. ¿Hemos sentido alguna vez la mirada de amor de Jesús? ¿Hemos percibido esta mirada únicamente en el sacramento de la confesión cuando nos arrepentimos y Él perdona nuestros pecados? ¿Hemos sentido el amor del Señor en los distintos momentos de nuestra vida? ¿Sabemos cómo nos cuida, cómo nos protege, cómo nos busca?. Aunque nosotros tratemos de huir de su mirada, de su búsqueda, el Señor está allí presente.
Quizá muchas veces caemos en la tristeza porque el Señor pide mucho para que lo siga y yo no puedo o no quiero.
Es necesario trabajar para dejar lo que impide el seguimiento, para ir tras sus pasos. Saber que el Señor que nos llama siempre a una vida más perfecta, nunca nos va a pedir algo superior a nuestras fuerzas, conoce nuestros límites. Reclama de acuerdo a  lo que Él ha pensado desde toda la eternidad para nosotros, según la misión que nos pide en este mundo.
Precisamente hoy la iglesia recuerda el día misional, día de oración, día en que debemos pensar en cómo comprometernos con la misión, el sentirnos enviados, para transmitir dando a conocer a Jesús.
Pero si  no percibimos esa mirada de amor sobre nosotros, qué vamos a transmitir.
Precisamente el papa Francisco, en el mensaje de este año exhorta a vivir  la misión trasmitiendo el agradecimiento a Dios, por todo lo que nos da. Trasladar al mundo lo que significa haber sido elegidos por el Señor, para transmitir su Palabra, para hacerlo conocer, para trasmitir al mundo esta mirada de amor que tiene sobre cada uno de nosotros.
Quizá pueda parecer insuperable el vencer nuestras debilidades, limitaciones o defectos que dificultan la entrega personal al Señor.
Pero frente a ello, Jesús proclama abiertamente que para el hombre es imposible salvarse pero no lo es para Dios, porque la gracia del Señor está dispuesta a entrar en el corazón de cada uno y fortalecernos,  e iluminarnos para vivir de una manera nueva.
Queridos hermanos, aprovechemos para encontrarnos con el Señor, ya que Él es el único que da sentido a nuestra vida.
Todas las demás maneras o momentos de felicidad son siempre pasajeros, es el encuentro con el Señor lo que nos hace profundamente felices, plenos, porque es la mirada del Señor  la que nos convierte,  conquista y  atrae, y que guiándonos nos promete que estaremos algún día en la Vida.
Como ya había anunciado también, justamente por ser el día misional, se realiza la colecta por esta intención, para poder contribuir materialmente a las obras que la iglesia realiza en zona de misión, donde todavía no está firmemente afianzada. Por ello, de acuerdo a las posibilidades de cada uno, se agradece una colaboración especial.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XXVIII durante el año. Ciclo B. 10 de octubre de 2021. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com



 

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