19 de septiembre de 2022

No se puede servir a Dios y al dinero, porque cuando se sirve al dinero, el corazón del hombre se vuelve insensible, y rechaza a Dios.

En la segunda mitad del siglo VIII a.C. el profeta Amós es enviado por Dios al reino de Israel, separado del reino de Judá.
En el reino de Israel existía prosperidad económica, pero esto no se manifestaba en una distribución de la riqueza, sino que por el contrario, los poderosos del reino con la complicidad de las autoridades políticas se enriquecían a costillas de los pobres.
El relato que presenta hoy el texto (8,4-7), continuando el domingo próximo, describe a los pobres y cómo son esquilmados de lo poco que tienen, narra que son vendidos por un par de sandalias, explotados  impunemente, y que por el afán de ganancias no se respeta ni siquiera el día dedicado al culto divino, o sea, la ambición por los bienes de este mundo, ciega a los injustos, mereciendo que Dios exclame “Jamás olvidaré ninguna de sus acciones”.
De hecho el texto de Amós que proclamaremos el domingo que viene, adelanta que los injustos irán al cautiverio, cuando sean deportados por la caída del Reino, de manera que el enojo de Dios por esta situación es muy grande.
Amós es considerado el primer profeta social, un adelantado para su época, que por mandato de Dios denuncia con toda claridad las injusticias que se cometen en perjuicio de los más débiles.
Esta situación de injusticia social también se repite en la historia humana y también en nuestros días. Existen quienes se consideran poderosos, ya sea por sus negocios, o puestos en la sociedad o incluso como gobernantes, que explotan a los más débiles,  se  enriquecen cada vez más, pensando que esto quedará impune, pero Dios no se olvida y pedirá  cuenta por las injusticias cometidas.
Precisamente el texto del evangelio nos habla de eso (Lc. 16, 1-13). Este hombre rico que escucha que su administrador está perjudicándolo económicamente, es Dios mismo.
El administrador es cada uno de nosotros, a los que se nos confían tareas dentro del mundo, pero para seguir la voluntad de Dios y no para enriquecernos a costa de los demás, y de lo cual  se nos pedirá cuentas al fin de nuestra vida.
El administrador que será cesanteado,  piensa cómo resolver sus problemas, por lo que trata de ganarse amigos  con el dinero de la injusticia. Reduce las deudas que tiene aquellos que en algún momento tienen que pagar al hombre rico, de manera que cuando pierda su puesto pueda tener alguien que lo reciba.
Sorprende en el texto del evangelio el elogio que se hace de él, aunque no por obrar mal  sino por la astucia en el modo, y esto “porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz”
Es por eso que el texto nos deja un consejo a nosotros, suponiendo que somos hijos de la luz y no de las tinieblas para ganarnos amigos. Así como este hombre, el mal administrador, se gana amigos siguiendo engañando a su propietario, también nosotros hemos de ganarnos amigos que nos reciban en las moradas eternas, es decir, amigos no para este mundo, sino aquellos a quienes hemos favorecido por medio de las obras de caridad, todas aquellas personas que hayamos favorecido en este mundo, especialmente los pobres, los necesitados, los que han recibido misericordia de parte nuestra, y que por tanto, intercederán por nosotros cuando Dios nos pida cuentas de la administración.
Por eso Jesús insiste en que ganemos amigos con el dinero de la injusticia,  interesante este término dinero de la injusticia. ¿Y esto por qué? San Juan Crisóstomo justamente enseña que las grandes fortunas de este mundo muchas veces se han obtenido por medio de un  origen ilícito en el pasado, y que han crecido a lo largo del tiempo o también han sido adquiridas esas fortunas en el momento actual de una manera ilícita, o también puede ser porque aunque haya ganado esa fortuna lícitamente no hubo un corazón que fuera generoso en la distribución de esos mismos bienes ayudando a los más necesitados, buscando alguna forma de favorecer a los que menos tienen.
Por eso es interesante lo que dice el texto del evangelio respecto a que no se puede servir a Dios o al dinero, y esto es así porque cuando uno sirve al dinero, o rinde culto al dinero, a la riqueza, a los bienes, a la buena vida, etc., el corazón del ser humano se vuelve insensible,  durísimo frente a las necesidades de los demás, e incluso también en relación con sus seres queridos o amigos se manifiesta esa dureza. El afán de riqueza, el rendir culto al dinero hace que la persona se vuelva avara,  que quiera conservar ese dinero cueste lo que cueste, olvidando que en definitiva cuando el Señor nos llame no podremos llevar nada de esto sino solamente las obras buenas que pudimos hacer con esa riqueza que se nos ha dado.
Recordemos, por otra parte, que todo dinero mal habido debe ser restituido a quien ha sido perjudicado, si es que la persona injusta se convierte y desea recibir el perdón de Dios a través del sacramento de la reconciliación en este mundo.
Queridos hermanos pidamos al Señor que nos ilumine siempre para saber qué camino tomar en este tema del uso de los bienes, de la riqueza, de los bienes de este mundo.
Y concluimos recordando lo que nos dice san Pablo (I Tim. 2, 1-8) en la segunda lectura, cuando insiste en el tema de la oración. Orar, orar permanentemente, y dice especialmente orar por las autoridades, por el soberano, -se está refiriendo a Nerón-, para que haya paz en la sociedad. Es decir que el creyente, el cristiano, en su oración, debe también tener en cuenta a los que nos gobiernan, aunque muchas veces no quisiéramos hacerlo, para que puedan, a través de la conversión personal, hacer el bien a todos aquellos que están bajo su autoridad, bajo su dominio. Que la oración entonces también nos ayude a nosotros a vivir esta caridad para con quienes necesitan la conversión del corazón.-


Padre Ricardo B. Mazza. Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario y Convento san Pablo primer ermitaño, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Misa del domingo XXV del tiempo Ordinario. Ciclo “C”. 18 de septiembre de 2022. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com



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