18 de abril de 2025

Con el lavatorio de los pies, Cristo nos enseña que Él es siervo de cada uno, que ha venido a lavarnos los pies, porque siempre está pensando en nuestra salvación.

 

Con esta celebración ingresamos en el triduo pascual,  acercándonos a los sentimientos de Cristo desde su pasión hasta la muerte en  cruz, rescatando al ser humano del pecado y de la muerte eterna.
De esa manera que todo lo que vemos del Señor es toda la bondad y el amor que derrama sobre cada persona por quien muere.
Él busca nuestro bien, quiere nuestra salvación, y más justamente sabiendo que somos pecadores, aún incluso a pesar que muchas veces somos infieles y nuestra respuesta es negativa a tanto amor.
O sea, el Hijo no se deja ganar en generosidad, y hasta el final cumplirá  con la voluntad del Padre que lo ha enviado para que tomando nuestra naturaleza humana, la saneara por dentro, y a su vez, nos enseñara  a caminar hacia el  Creador que nos espera. 
Y todo esto, porque como dice San Pablo a los cristianos de Éfeso, fuimos elegidos desde antes de la creación del mundo para ser  hijos adoptivos del Padre bondadoso, e imitando y siguiendo a Jesús, encontremos  el camino de regreso a la casa paterna. 
Por eso es muy importante tener en cuenta que el gran enemigo de Dios y nuestro es el pecado, al cual debemos aborrecer siempre y desechar de nuestra presencia. 
Acostumbrarnos a que cuando parte de nosotros la posibilidad de elegir entre Cristo y el pecado, sin dudarlo, elijamos a Cristo y veamos a Cristo crucificado, sacrificio por el cual fuimos también nosotros salvados. 
La liturgia entrega todos estos signos de amor del Padre a través de su Hijo, ya que precisamente en la última cena nos deja este regalo de la Eucaristía que bajo las especies  de pan y vino   está presente el cuerpo, la sangre, alma y divinidad de Jesucristo. 
Y a partir de ese momento nosotros podemos no solamente ofrecer el sacrificio de Jesús al Padre, sino participar también del mismo en la comunión,  ofreciéndonos también a nosotros mismos. 
Cada misa que se celebra es un gesto del amor de Jesús para con la humanidad. Sin embargo, ¡cuántos católicos la han abandonado porque  prefieren otras cosas! Eligen seguir la misa por televisión, aunque podrían estar presentes, les encanta aquello que  halague sus sentidos,  consideran que la misa es aburrida.
No saben  que la misa nunca puede ser divertida si es la actualización de la muerte de Jesús en la cruz con su consiguiente resurrección. ¿Cuántos que se dicen católicos no aprovechan este regalo de la Eucaristía? Y si de la confesión habláramos mucho más todavía, ha quedado en mi olvido,  
En efecto se considera en el presente  que  todos somos santos, ahora, según la corriente del mundo, no existe el pecado. 
Sin embargo, si el pecado no existiera, ¿qué hacemos acá celebrando el Jueves Santo, mañana la Pasión, después la Vigilia Pascual? No tendría sentido nada de esto. 
A su vez, Jesús nos deja este otro regalo, el sacramento del Orden Sagrado cuando dice "Hagan esto en memoria mía". 
¿Y qué es esto? Justamente tomar el pan y consagrarlo, tomar el cáliz con el vino y consagrarlo por las palabras del Señor. 
Imaginen que hasta el fin de los tiempos estará presente justamente la Eucaristía por medio del sacramento del orden sacerdotal.
Y el otro regalo que concede es que nos enseña a vivir en esa actitud de servicio de lo cual Jesús nos da ejemplo supremo. Con el lavatorio de los pies, nos está diciendo que Él es siervo de cada uno de nosotros. Que ha venido a lavarnos los pies, porque siempre está pensando en nuestra salvación. 
Y nos transmite el mandato que hagamos lo mismo con los demás. Todos estamos para servir a nuestros hermanos. Nadie es superior a nadie. Cada uno tiene las cualidades que Dios le da  para ponerlas al servicio de los hermanos. Cada uno viviendo a fondo lo que es y lo que tiene. Sin envidiar los dones que puedan tener otros. Porque cada uno contribuye a la totalidad del cuerpo. Y entre todos, hacemos esa unidad propia del cuerpo místico de Cristo que es la Iglesia. Queridos hermanos, el Señor se nos descubre. Preparemos entonces nuestro corazón para recibirlo y para ir tras sus pasos.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en  el Jueves Santo. 17 de abril de 2025

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