Hemos actualizado en estos días del triduo pascual los distintos pasos de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Jesús está vivo. Jesús está con nosotros. Aquel que estaba muerto en su humanidad, ahora vive para siempre junto al Padre, como Verbo encarnado. A su vez, junto con nosotros en la Eucaristía, en los sacramentos, en la Iglesia, con su Palabra y con sus enseñanzas.
Por eso no es necesario ir a la tumba del Señor. Pero, ¿Dónde está resucitado? Cristo está vivo. ¿Y dónde está en ese momento en que las mujeres fueron al sepulcro a buscarlo?
Los Evangelios nada dicen de cuál fue la primera aparición de Jesús.
San Ignacio de Loyola, en los ejercicios espirituales, dice que la primera aparición de Jesús fue a su madre, María Santísima, por eso no la vemos aquí, en el sepulcro, en la tumba. Ella está compartiendo con su Hijo un encuentro con gran alegría y gran felicidad.
Aquella que fue la corredentora, porque con su dolor se unió a la pasión de su Hijo, la que dijo en su oportunidad, "he aquí la servidora del Señor", está allí también como servidora del Señor, esperando encontrarse con su hijo.
Ha sido un encuentro feliz. Imaginemos a la madre, contemplando a su Hijo, imaginemos al Hijo, encontrándose con su madre.
Por eso, aunque la santa escritura calla acerca de esto, porque nadie tuvo experiencia de ello, y Dios no lo manifestó, María se encontró con su Hijo, están los dos gozando del momento del encuentro.
Y Cristo, reconoce de esa manera, que su madre es la primera misionera, es servidora suya, y aquella que comunicará la alegría de la resurrección de su Hijo a los hijos que le encomendara.
A su vez, en el credo, rezamos que Jesús descendió a los infiernos. ¿Qué significa esa palabra, infiernos? No se trata aquí del lugar del sufrimiento de los condenados, sino que ese descenso de Jesús refiere al encuentro del Señor con todos aquellos que a lo largo de la historia se habían salvado, pero que no entraron al reino de los cielos, porque podríamos decir las puertas del mismo estaban cerradas hasta este momento de la muerte y la resurrección de Jesús.
Precisamente en el oficio de lecturas que rezamos los sacerdotes cada día, en el que corresponde al Sábado Santo, aparece una homilía antigua, de autor desconocido, en la cual se habla del encuentro entre Jesús y Adán, que el Señor está para rescatarlo y le tiende la mano.
Jesús, de esa manera, está cumpliendo la voluntad del Padre, lo que en los orígenes Dios había comprometido, enviar a su Hijo para que haciéndose hombre, salvara la humanidad del pecado.
Cristo se encuentra, por lo tanto, con los profetas, con todos aquellos que han servido a Dios en el Antiguo Testamento y que merecen ahora contemplarlo cara a cara para siempre.
De manera que el Señor todavía no ha vuelto junto al Padre, pero ya se ha encontrado con su Madre, con los que han muerto y esperaban la redención para ir al cielo, y comenzará con sus apariciones a las mujeres, a los discípulos, para llenarlos de alegría, para manifestar el triunfo de la vida sobre la muerte, el paso de la muerte a la vida.
Este paso de la muerte a la vida que hemos concretado se perfecciona en el Sacramento del Bautismo, como hemos recordado en las lecturas bíblicas, ya que el Sacramento del Bautismo significó que se aplicara a cada uno la muerte y resurrección de Cristo.
¿Para qué? Como nos decía el Apóstol san Pablo, para que quede atrás el hombre viejo y renazca el hombre nuevo. El hombre viejo del pecado tiene que desaparecer en nuestra vida y darle lugar al hombre nuevo que vive de la gracia, que vive de la amistad con Cristo.
Por eso, en esta Noche Santa, si estamos en paz con Dios, más que lamentarnos por nuestros pecados, tenemos que alegrarnos por la gracia recibida en el Sacramento de la Reconciliación, cada vez que nos encontramos con el Señor.
Que esta celebración no sea un buen recuerdo, del cual al poco tiempo nos olvidamos, sino que sea un retorno a la vida, el encontrarnos con Cristo y con la salvación que nos otorga. Pidamos que nunca nos falte la gracia que quiere darnos a cada uno de nosotros si nos mantenemos fieles.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Vigilia Pascual. 19 de abril de 2025
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