29 de septiembre de 2025

Solamente el que contempla y agrada a Dios nuestro Señor, advierte que todo bien hecho en beneficio del prójimo refiere a Él mismo.

Todos ellos "irán al cautiverio al frente de los deportados, y   se terminará la orgía de los libertinos"(Amós 6, 1.4-7), anuncia así  el profeta un castigo ejemplar para aquellos que en  el reino del norte, de Israel, se han cebado a costilla de los pobres, de los desechados de este mundo, agudizando más la injusticia, la diferencia social,  buscando solamente su propio interés, en el goce de lo pasajero, personas que se han cerrado en sí mismas  buscando su  placer.  
En definitiva, no nos encandilemos con el estilo de vida que podemos tener en este mundo, como el rico de la parábola que viste de púrpura y lino finísimo, -manera concreta de presentarlo llevando una vida de lujo- que banquetea con aquellos que después también lo van a invitar a sus fiestas y comilonas (Lc. 16,19-31).
El rico aquí descrito  no tiene tiempo para fijarse en el pobre Lázaro, que ni siquiera come de las migajas que caen de la mesa, teniendo sólo la compañía piadosa de los perros que lamen sus llagas.
El rico se preocupa únicamente de sí mismo, sus problemas, sus placeres, gozar en esta vida, lo que le pasa al otro poco importa, es problema de él, en todo caso, es lo que la vida le ha dado en suerte. 
Y llega el momento de la muerte, donde se iguala absolutamente todo, ya que todos vamos a morir, tanto el rico como el pobre,  aunque en este caso en la muerte también hay una diferencia. 
O sea, comienza  otra historia, aunque en la vida eterna o después de la muerte no existe el tiempo como tal, pero es otra historia. 
En efecto, el rico es atormentado y, lo es no meramente porque es rico, sino porque cegado por la riqueza, su corazón estaba bloqueado y no podía comprender lo que pasaba cerca suyo. 
No entraba en su consideración que mientras banqueteaba y derrochaba dinero  como muchas veces sucede, hay otro que no tiene ni siquiera lo necesario para vivir, para comer. 
El corazón así cerrado,  sigue bloqueado después de la muerte, porque solamente el que contempla a Dios nuestro Señor es capaz de darse cuenta que todo bien hecho en beneficio del prójimo en definitiva es un bien hecho a Dios mismo.
Justamente el santo que ayer celebrábamos, san  Vicente de Paúl, que se caracterizó por su amor por los pobres,  decía que era necesario acudir siempre  ante las necesidades de los demás para asistirlos, y más aún, decía que si estamos en medio de la oración y un pobre nos necesita, o un pobre clama para que lo ayudemos, Dios quiere que dejemos la oración y  acudamos a ese necesitado, porque es allí, a través de la persona de este necesitado, donde se manifiesta el mismo Dios y, esa acción buena se transforma en oración ante sus  ojos.
Como advertimos, la Palabra de Dios nos invita a abrir nuestro corazón ante el apremio del otro, atendiendo sus necesidades.
Justamente hoy, último domingo de septiembre, celebramos el día bíblico nacional pidiéndonos que valoremos más la palabra de Dios que el mismo evangelio lo dice ante el requerimiento del rico.
Precisamente Abraham advierte que es necesario escuchar a  Moisés y a los profetas. Moisés, que señala la vigencia de los diez mandamientos, y los profetas que anuncian la venida de la Palabra viva del Padre, que es Jesús, al cual hay que adherirse de corazón.
Hermanos: Escuchemos la palabra de Dios, que nos toque el corazón, que no sea algo que se recibe piadosamente solamente, sino algo que penetre en nuestro interior y nos conduzca a vivir de acuerdo a esa misma palabra de Dios que busca  nuestra conversión, el crecimiento espiritual, y mayor entrega a Dios, y a nuestros hermanos.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el domingo XXVI del tiempo litúrgico durante el año. 28 de septiembre de 2025. 

22 de septiembre de 2025

El texto evangélico proclamado invita a procurar ser recibidos en las moradas eternas por los que hemos ayudado con nuestros bienes.

 


Este domingo y el próximo meditamos con el profeta Amós (8,4-7). Este profeta fue enviado por Dios a cumplir su misión en el Reino del Norte o Israel en la segunda mitad del siglo VIII a.C, que estaba  separado del Reino de Judá doscientos años antes.
¿Y con qué se encuentra el profeta? Conoce a una pequeña sociedad opulenta, con  sus personajes ricos, aquellos que tienen poder, con la clase noble de aquel tiempo, pero   existiendo, a su vez,  injusticia social, con la presencia de muchos pobres y miserables.
La riqueza acumulada había sido formada pisoteando a los pobres, como dice el mismo texto que acabamos de proclamar, y para tapar esa injusticia, realizaban un culto ostentoso a Dios en el templo, como para calmar su conciencia y quedar bien con Dios y el dinero. 
Pero a Dios no se lo engaña, no se puede dar un culto perfecto de orden religioso, pero después ser injusto en la vida cotidiana, perjudicando a la gente, e enriqueciéndose a costillas del otro. 
Por eso, Dios los rechaza "El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré ninguna de sus acciones".
En el texto del Evangelio (Lc. 16,1-13) encontramos también la misma enseñanza en relación con la riqueza, ya que se exhorta a  colocar la esperanza en los bienes que no perecen,  darnos cuenta que la fortuna que se acumula en la tierra, no la llevamos a la otra vida. 
Por eso el texto remata con la afirmación que no se puede servir a dos señores, no se puede servir a Dios y al dinero, ya que si se contenta a Dios, lo que refiere al dinero pasa a segundo plano, pero si se busca amasar fortuna, es Dios el  que queda desatendido.
De hecho San Juan Crisóstomo, señala que las grandes fortunas que existen en la sociedad han tenido muchas veces un origen espurio,  se han formado  a causa de la injusticia cometida al prójimo.
O si la fortuna se ha formado lícitamente, se ha convertido en algo injusto en la medida en que la riqueza ha cerrado el corazón de los poseedores impidiéndoles hacer partícipes de sus bienes a otras personas, sobre todo a los pobres y los necesitados, aquellos que no pueden sobrevivir si no se los asiste con generosidad.
Es cierto que hay gente que no quiere trabajar, y san Pablo  dice al respecto que quien no quiera trabajar, que no coma (cf.2 Tes. 3, 10), pero, ¡cuántos hay que trabajan, se esfuerzan, pero sin embargo no obtienen lo suficiente para el sustento de su familia, y no les alcanza por tanto para vivir con dignidad! 
A su vez, el texto evangélico  invita a procurar ser recibidos en las moradas eternas por los que hemos ayudado con nuestros bienes. 
Así como este mal administrador trató de ganarse amigos en la tierra para que al quedarse sin trabajo hubiera quien lo ayudara, con más razón nosotros,  con la buena administración de los bienes, vayamos ganándonos amigos que nos reciban en las moradas eternas. 
El Señor por tanto nos pide una manera distinta de ver lo que es el mundo del dinero y riqueza, recordar que somos administradores en definitiva, que todos son dones que Dios nos ha dado. 
Es cierto que ponemos nuestro ingenio para poseer más o para lograr éxitos en la vida, pero también es cierto que es Dios el que nos da los verdaderos bienes para que  podamos crecer en este mundo. 
Es por eso que no se puede servir entonces a Dios y al dinero simultáneamente, porque se amará a uno y se odiará al otro. 
Al mismo tiempo la Palabra de Dios nos invita a recordar algo que es muy importante y que lo destaca San Pablo escribiendo a Timoteo en la segunda lectura (I Tim. 2, 1-8): "Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". 
De manera que todo ser humano está llamado a salvarse, a llegar algún día a la vida eterna junto a Dios, por eso es que  el mismo san Pablo dice  que es necesario orar por todos, en particular por los gobernantes, para que sepan administrar la cosa pública en favor de lo que más necesitan y no para sacar provecho propio.
Hermanos: Cristo Nuestro Señor nuevamente nos interpela, como Dios lo hizo en el Antiguo Testamento y muestra siempre el camino verdadero que hemos de transitar para llegar a las moradas eternas.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el domingo XXV del tiempo litúrgico durante el año. 21 de septiembre de 2025. 

15 de septiembre de 2025

"Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna"

 

Hoy celebramos la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz. Como es una fiesta del Señor, los textos bíblicos y la liturgia entera tiene primacía sobre los textos propios del  domingo XXIV del tiempo Ordinario. 
Esta fiesta tiene su origen en la dedicación el 13 de septiembre de 335, de la Basílica de la Resurrección en Jerusalèn, construida por el emperador Constantino, junto al lugar del calvario y cerca del sepulcro de Nuestro Señor.
Al día siguiente, el catorce de septiembre se hizo una exposición de la reliquia de la santa cruz que había descubierto Santa Elena y de allí comenzó a extenderse esta devoción por todo el oriente. 
En Roma comienza en el siglo sexto recién, cuando el catorce de septiembre se presenta al culto de los fieles cada año  la reliquia de la santa cruz, extendiéndose posteriormente a todo el mundo.
El pueblo de Israel, en camino por el desierto a la tierra prometida, vive quejándose como siempre,  añorando  lo que dejaron en Egipto. 
Es un pueblo rezongón,  característica ésta, propia de la disconformidad del ser humano con todo, aún con Dios, el cual  les pega un chirlo con el envío de  serpientes venenosas que comienzan a morder a la gente quedando el tendal en el desierto. 
Entonces, recordando  que hablaron de más, corren buscando a Moisés, para que los libre del flagelo (Núm. 21,4-9).
Y Moisés nuevamente intercede delante de Dios, ya que  en el Antiguo Testamento, es un anticipo de Jesús, como mediador, como intercesor por la humanidad delante del Padre. 
Y Dios le dice que haga una serpiente de bronce, la levante en un asta,   y todo aquel que la contemple después de ser mordido quedará salvado, convirtiéndose  así  en un anticipo concreto de la Cruz de Cristo, como lo manifiesta  el mismo Jesús (Jn. 3,13-17)
Así como Moisés  levantó la serpiente de bronce en el desierto, también Jesús será levantado y atraerá a todos hacia Si.
De modo que Cristo se presenta como el Salvador para todos aquellos que hemos sido mordidos por la serpiente del demonio.
El espíritu del mal siempre está el acecho del ser humano, trata de separarnos de nuestra amistad con Dios para esclavizarnos y por lo tanto hacer lo que quiere con cada uno de nosotros. 
Por eso, es importante  recordar quién es Jesús, en palabras de san Pablo, quien escribiendo a los Filipenses (2,6-11) recuerda que el Hijo de Dios no se sintió menoscabado en su divinidad al hacerse hombre, sino que se humilló tomando la naturaleza humana, señalando que el camino de la salvación pasa por la humillación.
A su vez, nosotros  hemos de  asimilarnos al mismo Cristo y, reconociendo nuestra nada, contemplemos su grandeza divina que se hizo nada, postrando  nuestra rodilla delante suyo, como así también ha de suceder que se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra, de manera que Cristo sea aquel que nos guíe siempre.
Dice Jesús que "Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga vida eterna". Ojalá grabáramos en nuestra mente estas palabras, "que Dios  amó tanto al mundo que nos envió a su Hijo para que muriendo en la cruz nos redimiera del pecado y de la muerte. 
Y ante ese tanto amó Dios al mundo que nos envía a su Hijo, el ser humano tiene que responder también, no quedarse contemplando meramente el misterio de grandeza de Dios, sino intentando amarlo sobre todas las cosas, entregando el deseo de vivir en su amistad. 
Si Dios amó tanto al mundo que nos envía su Hijo, hemos de mirarlo en la cruz salvadora cuando nos sentimos pecadores, para así liberados de las mordeduras del demonio podamos caminar en este mundo haciendo el bien, adorando a Dios, sirviendo al prójimo con la mirada puesta en la eternidad que nos espera. 
Pidámosle al Señor su gracia para vivir firmemente este ideal de santidad que pasa por la imitación, y seguimiento de Cristo crucificado.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. 14 de septiembre de 2025. 

8 de septiembre de 2025

Como discípulos suyos, sigamos a Cristo hasta el calvario, cargando nuestra cruz diaria, iluminados siempre por la sabiduría que viene de lo alto.

 

En la primera lectura que hemos escuchado, tomada del libro de la Sabiduría (9,13-18), afirma abiertamente qué frágiles son los pensamientos del hombre y qué difícil al ser humano entender los designios de Dios, los proyectos divinos.
En efecto, si apenas tiene el hombre capacidad para comprender acerca de las cosas de este mundo, mucho menos podrá entender qué es lo que Dios quiere como Señor de la Historia, siendo necesario por lo tanto,   que recibamos la Sabiduría y el santo espíritu de lo alto.
De modo que el texto sagrado nos enfrenta con nuestra fragilidad, nuestra pequeñez, nuestra incapacidad en definitiva para conocer en profundidad lo que Dios quiere de cada uno, de lo que espera de la historia humana,  por lo cual es necesario alcanzar la sabiduría que viene de Dios, que ilumina nuestra mente y  enseña cómo actuar. 
Eso lo vemos, por ejemplo, cuando Pablo, escribiendo a Filemón (9-10.12-17), le dice que reciba nuevamente a Onésimo. 
¿Quién es Onésimo? Es un esclavo que servía a Filemón y que en un momento determinado se  escapa, va en busca  de Pablo, se pone a su servicio, y ya viejo el apóstol lo recibe y evangeliza.
Después de un tiempo, aunque le es útil el servicio de Onésimo, Pablo lo envía de regreso  a Filemón, diciéndole que lo trate ya no como un esclavo, sino como un hermano en la fe. 
Fíjense cómo Dios le ha dado la sabiduría suficiente a Pablo para solucionar un conflicto concreto. No menciona que es necesario abolir la esclavitud, impensable en ese tiempo, sino que exhorta a Filemón que cambie de actitud,  que reciba a este hombre, y lo trate ya no como un esclavo, sino como un hermano en la fe. 
Entonces, la sabiduría de Pablo enseña a Filemón cómo trabajar también sabiamente y tener otra actitud con este esclavo que antes lo servía a ciegas, por lo que Dios va mostrando el camino a transitar para que se realice su voluntad, ante una situación concreta.
Y llegamos al Evangelio (Lc.14,25-33). Jesús va camino a Jerusalén. ¿A qué va a Jerusalén? A morir crucificado, y de ese modo ser glorificado,  la hora en la que la humanidad será redimida.
A su vez, la gente lo sigue, por eso se da vuelta y les dice, ustedes me siguen a mí. ¿Saben a dónde voy? ¿A qué voy? Si quieren ser discípulos míos, es necesario que se nieguen a sí mismos, que me amen más que a los parientes de cada uno, y a sus  bienes. 
O sea, está diciendo, si ustedes quieren actuar sabiamente, vivir bien según la voluntad divina este es el camino que les propongo
A su vez, a través de dos parábolas, la de quien va a construir o la del rey que sale a combatir con otro rey, establece el principio que se ha de pensar siempre antes si se cuenta con los medios para tener éxito en lo que cada persona emprende.    
Y así, ha de pensar cada uno qué hará para concretar el seguimiento de Cristo nuestro Señor, ¿en qué tengo que renunciar? ¿En qué tengo que cambiar? ¿Cómo ha de ser mi vida de aquí en más para poder ser discípulo del Señor? ¿Seguiré caminando en este mundo dedicándole a Dios nada más que algún momento durante el día? ¿Seguirán siendo para mí lo más importante los asuntos temporales? ¿O pondré el acento de mi vida en el seguimiento de Cristo para caminar con seguridad al encuentro del Padre al final del camino de mi vida? 
¡Cuántas veces el corazón del hombre se distrae, se obsesiona por tantas cosas en este mundo, tantas preocupaciones a las cuales dedicamos tanto tiempo, cuando solamente es importante justamente descubrir cuál es la voluntad de Dios! ¿Qué es lo que Dios quiere? Solamente es importante justamente descubrir cuál es la voluntad de Dios, ¿Qué es lo que Dios quiere de mí concretamente, en mi familia, en mi trabajo, en mi encuentro con los demás? ¿A qué tengo que renunciar porque me estorba, me impide el seguimiento de Cristo? ¿Qué es más importante en mi vida cada día? El seguimiento de Cristo, escuchar su palabra, seguir su voluntad, mirar a los demás como Dios los mira, ayudar a los demás como Dios  los ayuda. 
Por eso es importante pedir justamente alcanzar esa sabiduría tan necesaria para descubrir qué es lo que Dios quiere en este camino mío hacia el encuentro con Él y la fuerza necesaria para  vivir a fondo lo que  quiere de cada uno. 
Recordemos, por otra parte, que en esto se juega nuestra vida, como  cantábamos recién, ya que nuestra vida pasa como un soplo, hoy estamos, mañana no lo sabemos. 
Ante un tiempo que apremia, buscar vivir a fondo lo que es el seguimiento de Cristo, ser su discípulo, para  hacerlo presente en el mundo en el cual estamos insertos.

Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el domingo XXIII "per annum". 07 de septiembre de 2025. 

1 de septiembre de 2025

Ustedes se han acercado al Juez del Universo, a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección, a Jesús, el mediador de la nueva alianza.

 

La idea central de los textos bíblicos de hoy refiere a la exaltación de la humildad y, de contrario modo, al rechazo de la soberbia.
Ya en la primera lectura, tomada del libro de Eclesiástico (3,17-18.20.28-29), se afirma: "Hijo mío, realiza tus obras con modestia y serás amado por los que agradan a Dios. Cuanto màs grande seas, màs humilde debes ser, y así obtendrás el favor del Señor".
A su vez, del soberbio se afirma que "no hay remedio para el mal del orgulloso, porque una planta maligna ha echado raíces en él".
Y esto es así, porque si a la ignorancia le agregamos la soberbia, caemos en la necedad, como afirma santo Tomàs de Aquino, resultando imposible corregir a una persona así, porque  llevada por su orgullo, no percibe el mal presente en su vida personal. 
El término humildad, viene de humus, tierra, "recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás" recordamos cada miércoles de cenizas, quedando en claro nuestra fragilidad constitutiva.
En efecto, si tenemos cualidades, virtudes, capacidades, o hemos triunfado, o somos respetados y queridos, se debe a que fuimos beneficiados con dones que se originan en Dios.
El ser humano muchas veces busca aparecer como mejor, aparentar grandeza, poder, cuando en realidad la verdadera lucha, el verdadero trabajo, es tratar de ser  más buena persona, cristiano ejemplar, persona que es alabada por Dios y también por los hombres.
Además, en la medida en que el corazón del hombre se mantiene en humildad, se orienta a la Jerusalén celestial, como refiere la carta a los hebreos (12, 18-19.22-24). O sea, ya en este mundo, el ser humano, por la humildad, se orienta a Jesús que espera especialmente a los humildes, porque han buscado en esta vida parecerse a aquel que no vino a  ser servido sino a servir, a  Cristo que entregó su vida en la cruz por la salvación del hombre.
En el evangelio (Lc. 14,1.7-14) Jesús se refiere a la humildad en el ámbito de una cena en casa de un importante fariseo que lo invitó. Seguramente estaban presentes  personas importantes invitadas. 
En el tiempo de Jesús, durante estas comidas, era habitual que alguno de los presentes pronunciara un discurso, de manera que resultara una ocasión  para aprender sobre algún tema de interés.
Por lo tanto, Jesús aprovecha para referirse a lo que veía y necesitaba ser corregido para bien de los presentes. En esta oportunidad nota cómo los invitados se abalanzan para obtener los primeros puestos, o los puestos más importantes en las mesas de la cena. 
Les dirá que no se inquieten por esto, porque puede venir alguien más importante y, el que los invitó les haga dejar el lugar para esa persona especialmente reconocida, más bien, pónganse en el último lugar, ya que así tendrán la posibilidad de ser elevados.
O sea, hacerse pequeño cada uno, colocándose en el lugar menos importante, ya que después si  corresponde, podrá ser enaltecido. 
A su vez, le deja otra enseñanza al fariseo que lo invitó, exhortándolo a que cuando haga una comida no invite a la gente de renombre que le corresponderá con otra invitación a su casa, sino más bien, invite a quienes no pueden retribuirle lo que él ha hecho.
Por lo tanto, el ser humano debe procurar siempre hacerse pequeño, no solamente ante los ojos de Dios, sino ante los ojos de los demás. 
Ahora bien, hay un aspecto importante, y es que la humildad no está reñida con la justicia, por ejemplo, reclamar justicia cuando una persona es tratada mal en su trabajo o se le paga de un modo injusto.
O sea, si en el trabajo alguien es maltratado y humillado por aquel que tiene autoridad, tiene derecho a informar y pedir que cese ese trato negativo, y que sea reconocido como persona digna de respeto. 
Pero mientras no se trate de cosas así de justicia lo importante es que uno mismo asuma humildemente que no es nada y que el verdadero reconocimiento viene de Dios nuestro Señor. 
Con humildad buscar la gloria de Dios, con humildad buscar servir al prójimo, pero que esto no sirva nunca como medio para buscar el propio enaltecimiento. 
Pidamos al Señor la gracia necesaria para que, siguiendo su ejemplo, podamos vivir en la comunidad con humildad de corazón y buscando siempre reverenciar a los demás como superiores a nosotros mismos.


Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía  en el domingo XXII "per annum". 31 de agosto de 2025.