30 de julio de 2011

“Poseyendo la verdadera sabiduría busquemos el tesoro escondido en el campo”


En este domingo concluimos con las parábolas del reino que tienen una conexión importante con el tema de la sabiduría, presentado por medio de la figura del rey sabio, Salomón.
 ¿Cómo lo encuadramos históricamente? El rey David ya cercano a la muerte es sorprendido por su hijo Adonías que se autoproclama rey (I Reyes.1, 5-11), reuniendo a numerosos partidarios. Pero Dios ya había elegido como sucesor a Salomón quien sería el encargado de construir el Templo que daría cobijo al Arca de la Alianza. De esto era consciente su padre David (I Crónicas 28,4-8.20 y 29,1), quien conforme a la elección hecha por el mismo Dios y, siguiendo el consejo del profeta Natán neutraliza todo posible desorden dinástico entronizando oficialmente a su hijo Salomón como rey y sucesor suyo (I Rey. 1, 11-41).
Esta consideración resulta importante ya que nos hace ver que Salomón tenía conciencia clara de su elección por Dios para suceder a su padre.
De allí se explica que cuando Dios se le aparece en sueños (I Rey. 3, 5-6ª.7-12) diciéndole “pídeme lo que quieras”, él responde “haz hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre, a mí que soy un muchacho que no sé valerme por mí mismo, que no tengo ninguna experiencia para gobernar” aunque soy consciente que Tú me has elegido y, me has puesto a la cabeza de este pueblo numeroso.
Y dicho esto humildemente, le implora “concédeme un corazón comprensivo para poder juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal”.
Ante este pedido Dios se sorprende ya “que tú no has pedido larga vida” sobre todo en el poder político, “no has pedido riqueza” que es la gran tentación del gobernante de hacerse de bienes con el ejercicio del poder para gozar de la vida temporal con creces, “ni has pedido la vida de tus enemigos”, cuando es común que el gobernante desee liberarse de sus contrincantes, sobre todo si son molestos con su reclamos de honestidad.
Salomón al pedir lo más importante, el discernimiento para poder juzgar con rectitud y la prudencia necesaria para gobernar, está reconociendo no sólo su pequeñez que se agiganta cuanto más conoce su debilidad, sino también la soberanía absoluta del Dios todopoderoso de la alianza.
En respuesta, Dios se inclina ante el servidor con corazón benevolente y le promete un corazón sabio y prudente “como no lo ha habido antes ni lo habrá después de ti”. De ese modo Salomón es llamado el rey sabio porque se ha dado cuenta que la verdadera sabiduría pasa por reconocer que él en su pequeñez fue puesto para gobernar al pueblo pero en dependencia de su Creador para poder llevar a cabo un gobierno eficaz.
Lamentablemente en su vejez se dejó atrapar por mujeres paganas apartándose de su amistad con Dios y mereciendo perder su reino. Le queda a su hijo Roboam la tribu de Judá -por amor a David- produciéndose el cisma y la constitución del reino del Norte –con Jeroboam como rey- .
Esto último nos deja una enseñanza importante también para nosotros: el fracaso de Salomón comienza cuando se aparta de su Señor y Dios.
Por eso el evangelio de hoy a través de la parábola del tesoro escondido nos reclama poner nuestra atención en el verdadero tesoro para el hombre de todos los tiempos: Jesús mismo (Mateo 13, 44-52).
Caminamos por la vida y nos atraen y encandilan muchas cosas que creemos realmente importantes y no descubrimos el tesoro escondido que es Cristo. Por eso es necesario pedir la sabiduría para discernir de modo que no nos engañe aquello que aparece como importante y bello, pero que en definitiva sólo deja satisfacciones momentáneas, placeres aparentes, y no nos muestran el camino de la vida. Únicamente el sabio que ha alcanzado el don del discernimiento podrá distinguir entre lo que es el tesoro, Jesús, y aquello que no lo es.
En el texto del evangelio Jesús compara también el reino de los cielos con un negociante que busca perlas finas. Es interesante advertir que aquí la comparación análoga no es con la perla, sino con el negociante: él es la verdadera perla porque está bien asentado en este mundo, el verdadero sabio que en las elecciones que realiza a diario siempre descubre lo más valioso, la joya que lo deslumbra totalmente, es decir, Cristo Nuestro Señor. Si bien ya lo tiene en su corazón, va descubriendo nuevas facetas de ésta su presencia entre nosotros.
Cristo al igual que en estos ejemplos ha de constituir la meta de nuestra búsqueda de lo que es realmente valioso en la vida humana ya que nos colma de la plenitud que viene de Dios, cobrando sentido pleno nuestra existencia humana.
La tercera manera en que compara Jesús el reino de los Cielos es con la red que se echa al mar,-que simboliza el mundo- semejante a la del trigo y la cizaña. La red es la Iglesia, que por ser católica, es decir universal recibe por el bautismo a quienes por su vida posterior serán visualizados como buenos o malos. Será el fin del mundo el momento en que se realizará la separación definitiva siendo la vida en este mundo el tiempo para la conversión a Dios de quien se ha separado de Él.
En esta separación realizada al final, Dios no es injusto, ya que no impone su presencia por medio de la salvación a quien no quiso recibir sus bondades en este mundo y prefirió darle la espalda con una vida disoluta.
Se hace necesario por tanto ir al encuentro de Cristo, y por Él, llegar hasta el Padre como lo dice San Pablo en la segunda lectura (Rom. 8, 28-30)“Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman”, de aquellos a los que llamó según su designio y los predestinó al encuentro de su Hijo Jesucristo para que justificados puedan ser también glorificados.
Pidámosle a Jesús tesoro escondido en el campo que podamos descubrirlo siempre y sepamos añorar su presencia cuando oscurece nuestro sentido las vanidades de este mundo.
Pidamos la sabiduría como hizo Salomón para que sepamos discernir siempre entre el bien y el mal y tengamos la fuerza para desechar siempre todo lo que nos aparta del encuentro con Cristo y, nos permita vivir como verdaderos hijos del Padre.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XVII durante el año, ciclo A.- 24 de julio de 2011. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com






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