3 de febrero de 2020

“Como a Simeón, el Espíritu nos conduce a Jesús, para que iluminados interiormente, descubramos la belleza de una vida consagrada a Él”




 Según  la ley de Moisés todo varón primogénito debía ser ofrecido al Señor.

Este rito de presentación servía de actualización o memoria de la salida del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, cuando con la muerte de los primogénitos varones el Faraón decidiera liberar al pueblo esclavizado.
En este caso en que se hace memoria, el varón ofrecido era rescatado del sacrificio, entregando a cambio dos palomas.
En el ofrecimiento de Jesús, no hay solamente un cumplimiento de la ley antigua, sino que está anunciando el sacrificio futuro del Salvador, que dará su vida por la salvación de la humanidad toda.
En efecto, cuando llegue el momento de la ofrenda final en la cruz, realizará a la perfección su misión de Sumo Sacerdote, como destaca la carta a los Hebreos (2, 14-18): “Debió hacerse semejante en todo a sus hermanos, para llegar a ser un Sumo Sacerdote misericordioso y fiel en el servicio de Dios, a fin de expiar los pecados del pueblo. Y por haber experimentado personalmente la prueba y el sufrimiento, Él puede ayudar a aquellos que están sometidos a la prueba”.
La presentación del Señor, por lo tanto, nos enseña que Jesús quiere llevarnos con Él al templo de la gloria divina, de allí que como Sumo Sacerdote nos presenta al Padre como sus hijos adoptivos, y a nosotros nos muestra al Padre misericordioso que quiere nuestra plenitud si llevamos una vida de santidad a lo largo de nuestra existencia terrena.
Este ofrecimiento del Señor, a su vez, es una invitación clara para que nos ofrezcamos a Dios, y así, protegidos y guiados por el camino del bien, crezcamos en edad, sabiduría y gracia como aconteciera con el mismo Jesús luego de esta manifestación en el Templo.
Llevando hoy  los cirios encendidos, vamos al encuentro del Señor para recibir su Luz, de manera que iluminados interiormente por Él, podamos ser luz en medio del mundo, atrayendo así a todos los que quieran vivir luminosamente el ejemplo del Señor.
Es llamado también este día el del encuentro del Señor con su pueblo, ya que “Él no vino para socorrer a los ángeles, sino a los descendientes de Abrahán”, y ayudar también a quienes proviniendo del paganismo e iluminados por su presencia, resuelven vivir de un modo nuevo.
Por eso, el anciano Simeón exclama “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”.
¡Qué hermoso es que podamos sentir también nosotros esta alegría de haber experimentado la salvación en la que creemos y, la transmitamos alrededor nuestro llenando de confianza a todos en un mundo que muchas veces se presenta como errante y sin meta!
Como aconteció con Simeón, debemos sentir cómo el Espíritu nos conduce a Jesús para que iluminados interiormente descubramos la belleza de una vida consagrada a Él, dejando la tentación de desecharlo por ir tras los atractivos pasajeros que el mundo y los servidores del maligno ofrecen.
Más aún, como el anciano Simeón, recordemos que aún a las puertas de la muerte, el creyente que vive de la fe, ha de sentirse en Paz, con esa Paz que otorga la certeza del encuentro definitivo con quien nos ha creado.
A su vez, aprendamos a vivir como la profetisa Ana que busca dar siempre gloria a Dios. Dar gloria que implica reconocer la grandeza divina manifestada siempre en todo lo creado, especialmente en nosotros, sus imágenes y semejanzas.
Iluminados por la Palabra de Dios, vayamos presurosos hermanos, a encontrarnos con el Señor, y recibiendo su luz interior, la comuniquemos a toda persona de buena voluntad.
Por lo tanto, será nuestra tarea diaria, iluminados así, llevar al mundo una esperanza cierta de que puede ser transformado, si accedemos a la amistad con Él, prolongando en el tiempo sus enseñanzas, y contando siempre con su gracia en medio de las adversidades.

Padre Ricardo B. Mazza. Párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz, Argentina. Homilía en la Fiesta de la Presentación del Señor. 02 de febrero de 2020.-http://ricardomazza.blogspot.com; ribamazza@gmail.com.-


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