17 de octubre de 2022

Nuestra ayuda está en el Nombre del Señor que hizo el cielo y la tierra, Él nos protegerá de todo mal y cuidará nuestra vida.

Si tomamos la primera lectura  (Ex.17, 8-13) y el texto del Evangelio (Lc.18, 1-8) comprobamos que la idea central refiere  a la oración dirigida a Dios y cómo ha de realizarse, es decir, con confianza e insistencia, sabiendo que siempre tendremos la respuesta divina.

El libro del Éxodo narra la batalla entre los israelitas y los amalecitas enemigos que acechaban  al pueblo de Israel en su camino hacia la Tierra prometida. Los israelitas guiados por Josué comienzan a luchar con la confianza puesta en Dios, mientras  Moisés en actitud orante con los brazos en alto o en forma de cruz clama a Dios por la victoria. Éste cuando se cansaba y bajaba los brazos, vencían  los amalecitas, pero cuando le sostuvieron los brazos para orar vencieron los israelitas.
Moisés con los brazos extendidos en forma de cruz, es desde el Antiguo Testamento, un signo anticipado de Cristo crucificado  en actitud  suplicante ante el Padre, siendo éste el mejor ruego mientras muere por la humanidad diciendo “perdónalos Padre porque no saben lo que hacen”,  moviendo de esa manera al Padre para que mire al ser humano como hijo.
En el texto del Evangelio (Lc. 18, 1-8), Jesús proclama el valor de la oración sobre todo cuando ésta se hace con insistencia, y lo hace por medio de la parábola del juez injusto que termina por hacer justicia a esta viuda para que no siga importunándolo.
El juez es injusto, afirma el texto bíblico,  o sea es infiel con su misión de  distribuir justicia y, quien padece es una viuda, la cual con los huérfanos y extranjeros, eran considerados como los desamparados que debían ser objeto de la atención del buen israelita.
Jesús concluye señalando que si este hombre que es injusto termina por hacer justicia por la insistencia de la viuda, cuánto más el Padre del cielo que es justo, escuchará la súplica de sus hijos, y esto porque como señalara en otra oportunidad, si los hombres que son malos dan cosas buenas a sus hijos, cuánto  más el Padre del cielo dará cosas buenas a sus hijos que somos cada uno de nosotros.
Insiste el texto en  la necesidad de perseverar en la oración y dedicarle mucho tiempo para suplicar, sin que esto sea  necesariamente en un templo sagrado, porque Dios que ve en lo secreto tiene en cuenta  también cuando oramos en la soledad de nuestra habitación, y nos escuchará para recompensarnos.
Podemos hacer todo tipo de oración, por ejemplo, rezar con los salmos meditándolos con agrado, con jaculatorias y todo tipo  de oración, orando y ofreciendo  las ocupaciones del día.
Buscar orar cuando estamos en nuestras tareas cotidianas, por ejemplo un ama de casa que ora mientras está en sus  quehaceres domésticos, ofreciéndole todo lo que hace a Dios nuestro Señor, el   que está en la oficina o en el desempeño de su profesión, en el mundo  del comercio o lo que sea de bueno que realice, el ser humano puede estar con el Padre.
Podemos hacer también la siguiente oración al comenzar el día: “Señor todo te lo ofrezco a Ti, trataré de ser siempre justo y honesto en el desempeño de mis obligaciones, pondré todo el empeño posible para hacer el bien a mis hermanos, ayúdame a no caer en la tentación del maligno”.
Éstas son distintas formas de orar y a Dios hay que pedirle insistentemente y no desfallecer, ya que a veces el ser humano se cansa rápido y quiere que Dios responda inmediatamente.
Como estamos acostumbrados al “ahora ya”, que todo se alcance rápidamente apenas pedimos algo, pensamos que con Dios ha de suceder así, y esto no es posible,  ya que Él tiene su tiempo que no es el nuestro, y la espera sirve para librarnos de la impaciencia.
En definitiva el Señor responde siempre, especialmente cuando imploramos la conversión de un familiar, por la salud de un enfermo que necesita ser curado, si esto es bueno para su alma, por las necesidades de alguien que no tiene trabajo, por la Iglesia y la jerarquía para que siempre enseñen la verdad revelada, por nuestra Patria tan alejada de la verdad y confundida por ideologías siniestras, en fin, tantas cosas por las que podemos pedir, pero siempre con la actitud de que se haga la voluntad de Dios.
Acordémonos  del ejemplo de Santa Mónica,  que durante mucho tiempo vivió rezando y ofreciendo sacrificios por la conversión de Agustín su hijo, hasta que lo logró y se convirtió  obispo de Hipona, llegando a los altares para ser nuestro intercesor ante Dios.
Hay tantos ejemplos en la historia de la Iglesia, en la que  la oración hizo milagros, pienso que hoy en día por ejemplo una intención en la que hemos de ser constantes es pedir por las familias, tan abrumadas por la mentira y el culto a las familias ensambladas, olvidadas de toda ayuda para subsistir y crecer, suplicar por los marginados de nuestro país, por la conversión de los gobernantes para que realmente trabajen por el bien de todos los ciudadanos.
Tenemos muchas intenciones por las cuales pedir insistentemente con paciencia y perseverancia, alimentando la súplica con las Sagradas Escrituras, como San Pablo le recomienda a Timoteo (II Tim. 3,14-4,2), enseñando  que “ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación, mediante la fe en Cristo Jesús”
La Palabra de Dios  debe ser proclamada con insistencia y llegar al corazón de los demás, evangelizando mostrando la verdad y el valor de la oración, para que todos podamos unirnos en un mismo corazón y dirigirnos a Dios pidiendo por nuestras necesidades más urgentes.
Queridos hermanos: no dejemos  de considerar que la oración más plena en la que pedimos por tantas intenciones y se la ofrecemos al Padre, es la del sacrificio de su Hijo. No nos cansemos de orar ya que el Señor no se fastidia y ciertamente cuando lo considere que beneficia nuestra salud espiritual nos concederá lo que imploramos.

Padre Ricardo B. Mazza. Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario y Convento san Pablo primer ermitaño, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Misa del domingo XXIX del tiempo Ordinario. Ciclo “C”. 16 de octubre de 2022. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com

 

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