14 de diciembre de 2008

El éxodo personal como camino hacia el encuentro de Dios


El éxodo personal como camino hacia el encuentro de Dios
“Adviento es tiempo de esperanza por lo que vendrá y afirmación de lo que ya aconteció y que se sigue realizando cada día, el misterio de la presencia entre nosotros del Hijo de Dios hecho hombre”.

1.- El nuevo éxodo de Israel.
El encuentro con Dios supone siempre un período de preparación y de allanar los caminos como dice el profeta Isaías.
Allanar es nivelar el camino, que lo sinuoso sea aplanado, que lo que ofrece dificultad quede atrás, que se haga lugar para que sea posible este encuentro con el Señor.
Esta transformación interior va reclamando el dejar atrás todo lo que es obstáculo para mirar cara a cara a Dios.
En este contexto, el profeta Isaías es enviado al pueblo de Dios para llevar un mensaje de consuelo y de alegría, pero al mismo tiempo alentar para que el dejar el exilio de Babilonia para volver a la tierra de promisión, tenga la impronta de un nuevo éxodo en el que el poder de Dios sobresalga una vez más ante los poderosos de este mundo.
Pero esta experiencia de un nuevo éxodo hacia la liberación, que se dará total con la venida del Mesías, supone preparar el camino para que su venida sea completa en el corazón del hombre.
La vida del creyente ha de estar marcada por la experiencia del Éxodo, ya que el paso de la esclavitud del pecado, de la autosuficiencia, para entrar a la vida de la gracia es siempre un éxodo. Éxodo de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios.
Por eso Isaías vuelve a insistir en la necesidad de la conversión del corazón para el encuentro con el Salvador.
Poner la mirada en Dios repitiendo como el domingo pasado: “Señor somos arcilla en tus manos, tú eres el alfarero”.
Como reclamándole que tiene que moldearnos según lo que somos desde los orígenes de la creación, hijos de Dios.
El pecado mancilla la dignidad de hijos de Dios, por eso el hombre nunca encuentre sosiego cuando está separado de su Dios.
De allí la necesidad de dejarnos modelar interiormente para ser nuevas creaturas, según lo que El quiere de cada uno de nosotros como culto de adoración a El y servicio desinteresado a los hermanos.

2.- El éxodo de los bautizados de hoy.
Esta experiencia no sólo es para el antiguo pueblo elegido, sino también reclamada a nosotros bautizados, que constituimos el nuevo pueblo de Dios.
Es por eso que hasta la segunda venida del Señor, cuando aparezcan los cielos nuevos y la tierra nueva, nos dice San Pedro, es necesario vivir una vida irreprochable, es decir, como hijos de Dios.
Como hijos de Dios sin importar si Dios viene o tarda en llegar, como dice el texto bíblico, sino permaneciendo con esa disposición interior a la vigilancia.
Y si Dios tarda en llegar –recuerda San Pedro- es a causa de su paciencia, ya que en su providencia, El quiere que todos se salven, lleguen al conocimiento de su Creador y “nadie perezca, sino que todos se conviertan” (cf. 2 Pedro 3, 8-14).
Y esto porque el proyecto de grandeza que Dios ha pensado para la humanidad toda, es debido a su gran amor por nosotros y su libérrima voluntad de hacernos partícipes de su misma vida de santidad.
De allí que el lapso litúrgico de Adviento es tiempo de esperanza por lo que vendrá y afirmación de lo que ya aconteció y que se sigue realizando cada día, el misterio de la presencia entre nosotros del Hijo de Dios hecho hombre.
La realidad del nacimiento de Cristo ya la hemos celebrado y hemos de seguir actualizando cada día, pero al mismo tiempo caminamos y avanzamos hacia la segunda venida de Cristo.
En síntesis, el Adviento nos prepara a lo que ya aconteció, y a lo que todavía no se ha dado como realidad ante nuestros ojos.
Aunque sea diversa esta meta, idéntico es siempre el corazón del hombre que ha de tener el mismo caminar y similar actitud de despojarse de sí mismo – realizar “su” éxodo- para llegar a la plenitud de aquél que es todo en todos.
Juan Bautista reafirma esta necesaria actitud insistiendo en la exigencia de preparar el camino al Señor.

3.-Desde el corazón descubramos el rumbo del nuevo éxodo hacia Cristo.
Cada uno de nosotros está llamado a mirar en su corazón para percibir qué nos impide llegar a Dios, que nos tiene esclavizados y qué medios utilizar para liberarme de todo impedimento y ser totalmente de Cristo.
Juan el Bautista nos presenta en su austeridad un estilo de vida que permite ver una pista para encontrar a Dios en un desligarse de todo impedimento, que entre nosotros será la sociedad de consumo, la frivolidad, la búsqueda irracional del placer por el placer mismo, y el egoísmo que cierra el corazón ante Dios y ante el hombre.
Pidamos en este segundo de Adviento la gracia de saber buscar aquello que nos permite encontrarnos con el Señor.
Pidamos que El nos transforme, y Cristo conociendo nuestras limitaciones, nos dará su fuerza y su gracia para lograr este triunfo sobre nosotros y el mundo, y llegar a una existencia nueva, la de bautizados para la grandeza de vida.
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Padre Ricardo B. Mazza. Cura Párroco de la Parroquia “San Juan Bautista”
de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz. Reflexiones en torno a los textos bíblicos de la liturgia del IIº domingo de Adviento. Ciclo "B" (Isaías 40,1-5.9-11; II Pedro 3,8-14; Marcos 1,1-8). 07 de Diciembre de 2008.
ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com; www.nuevoencuentro.com.

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