23 de abril de 2014

“Sin temor alguno, vayamos a la Galilea de nuestro primer llamado, para actualizar nuestra vida de resucitados”.

En el recorrido a través de los textos bíblicos la historia de salvación comienza con la creación del mundo que Dios prepara para que el hombre posea allí  un  lugar apto para vivir y desarrollarse (Gén. 1, 1-2,2). Pero el pecado ingresa en nuestra historia quedando el hombre herido e inclinado al mal.
Sin embargo, Dios que quiere salvar al hombre, anuncia a través de la figura de Isaac  y el sacrificio incoado del mismo que no concreta (Gén. 22, 1-18), que vendrá alguien que nos rescatará del pecado y de la muerte con su sacrificio redentor, su Hijo hecho hombre.
El libro del Éxodo (14,15-15,1ª) muestra la mano salvadora de Dios que saca al pueblo elegido de la esclavitud de Egipto. A pesar de ello, el pueblo sigue siendo infiel a su Dios, por lo que el profeta Isaías (54,5-14) recrimina la infidelidad del pueblo recordándole que “Tu esposo es Aquél que te hizo: su nombre es Señor de los ejércitos, tu redentor es el Santo de Israel. Él se llama Dios de toda la tierra”. Con todo, nuevamente la voluntad divina quiere llevar al pueblo a la salvación, a pesar de sus desvíos, recordando que “por un breve instante te dejé abandonada, pero con gran ternura te uniré conmigo; en un arrebato de indignación, te oculté mi rostro por un instante, pero me compadecí de ti con amor eterno, dice tu redentor, el Señor”.
El profeta Baruc (3,9-15.32-4,4) recordará la necesidad de vivir a fondo los mandamientos de Dios aprendiendo a discernirlos siempre,  ya que en la vivencia de los mismos se encuentra la verdadera felicidad y el verdadero gozo. En efecto, “¡Tú has abandonado la fuente de la sabiduría! Si hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre”. ¡Qué hermosas palabras y de gran actualidad en nuestra vida ¡
En el texto del evangelio (Mt. 28,1-10) se nos anuncia la alegría de la resurrección de Jesús y, hay dos afirmaciones que salen de la boca del ángel primero y de Jesús mismo después, “no teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el crucificado. No está aquí porque ha resucitado como lo había dicho….vayan enseguida a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán”. Y Jesús “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a galilea, y allí me verán”
Esta noche, en la Vigilia Pascual celebrada en Roma, el papa Francisco subrayó estas dos afirmaciones, “vayan a Galilea” y “no tengan miedo”. 
Ir a Galilea significa ir a los orígenes de la misión de Jesús entre nosotros, recorrer sus milagros y recordar sus enseñanzas, para contemplar todas estas vivencias del pasado a la luz de los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección del Señor, de modo que los discípulos dispersos por la confusión y el miedo, vuelvan a encontrar fortaleza y ánimo en el encuentro con su Señor resucitado.
No han  de temer peligro alguno, porque a pesar de ser ímproba la tarea que les espera, contarán siempre con la presencia del Espíritu Santo.
Pero es necesario orientarnos a nuestra propia Galilea, es decir al origen de nuestra llamada como hijos de Dios por el bautismo. 
Recién leíamos en la carta a los Romanos (6,3-11), que “Por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva”.
Volver a nuestro bautismo para recrear las promesa hechas, los compromisos contraídos, decidiendo ser fieles a Cristo, aunque hayamos pecado separándonos de la verdad y la vida que provienen del Creador.
Es importante volver a las fuentes, a los orígenes, en el bautismo, porque allí comenzó nuestra historia personal al ser llamados a la filiación divina.
A veces no nos damos cuenta de esto ya que gemimos aplastados por el pecado y por nuestras miserias, mientras caminamos hacia el encuentro definitivo con el Padre, “porque la muerte no tiene ya poder sobre  Él”.
Vayamos entonces, al momento de nuestro bautismo, allí se nos eligió para siempre, marcados por la muerte y resurrección de Cristo, para dar paso al hombre nuevo, y como Cristo vivir sólo para Dios, como resucitados.
En este retornar a la fuente de nuestra vida donde nos encontraremos con Cristo, no temer por la vida futura o las persecuciones que podamos sufrir. Como las mujeres que no le soltaban los pies, vayamos también nosotros reclamándole a Jesús que se quede con nosotros, que nos ayude a permanecer fieles a su Persona y enseñanza, y desde la Galilea de nuestra vocación cristiana lanzarnos al mundo en el que estamos insertos para llevar a término la misión que se nos ha encomendado de llevar a todo hombre de buena voluntad el testimonio de lo que hemos oído y conocido por la fe.
Queridos hermanos experimentemos la alegría de estar con Jesús, no nos sintamos abandonados por Dios, ni  imposibilitados de encontrarlo. 
Él nos espera para que unamos nuestra vida a la suya, aceptando que se nos ofrece una vida de grandeza humana, con la libertad de los hijos de Dios, huyendo siempre a lo largo de nuestra existencia de todo tipo de esclavitud humana.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la misa de la Vigilia Pascual. 19 de Abril de 2014. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com









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