15 de agosto de 2014

“A pesar de las persecuciones, vivamos nuestra fe en coherencia con las enseñanzas de Jesús”.


El papa Francisco ha pedido especialmente que en este día pidamos por la paz en Oriente donde la situación cada día se agrava, especialmente en lo que refiere a la sangrienta persecución a los cristianos y otras minorías religiosas en Irak, a instancias del gobierno del nuevo Califato. 

Así como Jesús después de la multiplicación de los panes y de los peces (Mt. 14, 22-33) despidiéndose de sus discípulos y de la muchedumbre, se aboca a la oración a solas con su Padre intercediendo por cada uno y sus diferentes problemas, también hoy ora especialmente por las vidas y necesidades de todos los que lo siguen con fidelidad hasta la muerte, dando testimonio con su sangre.
Quizás nos preguntemos por qué Dios no interviene directamente para que cesen tantas injusticias y matanzas, pero es que al igual que a lo largo de la historia martirial de la Iglesia, nos encontramos con el misterio de la libertad humana,  siempre respetada por Él, a pesar que sería posible una intervención divina directa, pues no ha llegado el momento que así sea.
Domingos atrás meditamos la parábola del trigo y de la cizaña que responde a  las inquietudes humanas desde la sabiduría divina, señalando que hemos de ser probados por las obras del maligno para crecer en la purificación interior y fortalecernos en la realización del bien hasta el momento de la muerte, o del fin del mundo, donde la victoria de la Cruz confundirá y apartará eternamente a los que obran el mal, y  recibirá  en la bienaventuranza a los que obraron el bien.
El papa Francisco se ha referido en diversas oportunidades sobre la persecución de los cristianos, precisando que el número de mártires en el siglo XX ha sido superior a los que padecieron en los siglos anteriores tomados en su totalidad.  
Estudios realizados confirman este aserto señalando que 70 millones de cristianos fueron aniquilados desde la época de Jesús, correspondiendo 45 millones sólo al siglo XX, continuando este genocidio en el siglo XXI cada vez con más odio contra el nombre de Jesús y sus  seguidores.
En estos días muchas personas, especialmente niños, son decapitados,  crucificados  o asesinados por ser cristianos o por pertenecer a alguna confesión religiosa diferente al fundamentalismo musulmán que se impone como pensamiento único. Mujeres violadas y vendidas como esclavas, cabezas de niños en picas, hombres colgados, propiedades expoliadas, multitudes expulsadas de su tierra, de modo que muchos, cristianos o no, corren la misma suerte en medio del horror en Irak, Siria y otros lugares.
La tiranía del pensamiento único, denunciada por el papa, es la que rige en estas regiones, queriéndose imponer el islamismo del nuevo califato a los cristianos y a otras minorías religiosas, como también se intenta imponer este pensamiento único, aunque con otra identidad y de modo sutil, en el mundo llamado en otro tiempo “occidental y cristiano”.
El mayor instituto estadounidense de estadística mundial sobre las religiones (Center for Study of Global Christianity) nos dice que en el siglo XXI los cristianos representan más del 75% de las personas perseguidas a causa de su fe. 
¿Por qué esa persecución a los cristianos, y especialmente a los católicos? Nos persiguen porque decimos la verdad, porque anunciamos un Evangelio que por motivos distintos da fastidio a los poderes fuertes y a los violentos de este mundo, desde los fundamentalistas musulmanes al comunismo nordcoreano y la dictadura del relativismo en Occidente. 
El cristiano sabe que debe deponer todo odio dirigido al prójimo, que ha de imitar siempre a Cristo, aunque sea perseguido injustamente por los enemigos de la fe ya sea por medios violentos o por medio de una cultura que cada vez más pretende licuar la fe en nuestras vidas.
En Occidente se persigue en no pocos lugares a quienes se niegan a realizar abortos, se pretende quitar todo signo cristiano en lugares públicos o que no sean portados por las personas, son encarcelados quienes resaltan al matrimonio constituido por un varón y una mujer o acusados de discriminadores los que rechazan las uniones de personas del mismo sexo.
En la provincia de Buenos Aires, en estos días, se comenzó a promover el móvil de la muerte para realizar abortos en lugares en que los médicos honestos presentaron objeción de conciencia.
¡En Oriente, niños decapitados por su fe, en el mundo entero, niños sacrificados al dios dinero!.
El consorcio de médicos católicos de Buenos Aires, señala que es una verdadera locura el pretender ignorar lo que la ciencia ya ha demostrado, esto es, el comienzo de la vida humana desde el momento  mismo de la fecundación. ¡Y se ataca la vida con el pretexto de cuidar la salud!
Entre nosotros, se estaría condicionando el ingreso de médicos a los centros públicos  según su adhesión o no a la cultura del aborto, sin importar para nada la capacidad y aptitud para el desempeño digno de la medicina. Si ya están trabajando como profesionales, los médicos honestos estarían siendo obligados a “derivar” las intervenciones abortistas a médicos asesinos y bien pagos, cuyos nombres no se publicitan, posiblemente para evitar ser señalados  como comerciantes de la muerte.
Todo esto responde a la tiranía del pensamiento único y del relativismo de la verdad y de la moral, presente también en la Argentina,  y así, cada día se quiere imponer alguna indignidad más a la sociedad con la excusa de ser modernos o porque ya existe en otros lugares del mundo. A pesar de que se predique el consenso y el diálogo, este dura siempre y cuando cada ciudadano ceda la verdad ante el altar del pensamiento único
Los defensores de  este pensamiento, se escudan en la defensa del diálogo o de falsos derechos humanos proclamados, pero nunca cumplidos si no se les obedece ciegamente en sus propósitos.
Los padecimientos de los creyentes en Cristo se hace soportable porque los mueve siempre la fe y el amor al Señor, que crucificado, nos redimió de toda maldad y nos preanunció que nadie puede ser mayor que su maestro y, por lo tanto, no se descartan el dolor y la muerte si se lo sigue a Él. 
El testimonio de tantos creyentes que dan su vida por el Señor nos debe llevar a reflexionar sobre nuestras propias actitudes, preguntarnos si somos firmes en la fe que hemos recibido en el bautismo, o como Pedro, ante la bravura del viento y la furia del mar, -signo de la presencia del maligno y de sus seguidores-,  dudamos de la presencia del Señor y de la seguridad que ofrece en medio del mal, desfalleciendo fácilmente en nuestro propio compromiso (Mt. 14, 22-33).
¡Cuántos católicos “viven su fe” de una manera liviana, omitiendo la misa dominical, huyendo del compromiso con Jesús y su Iglesia! ¡Cuántos buscan vivir la fe “a su manera”, haciendo permanentes concesiones a lo que reciben de la cultura imperante, aunque sea contraria a la fe, cayendo en la moda de afirmar que son gnósticos aunque no saben de qué se trata!
Vivimos tiempos en que es necesario formarse en el conocimiento del contenido de nuestra fe y actuar en consecuencia, si queremos ser en verdad auténticos católicos.
El martirio de tantos hermanos nuestros en todo el mundo nos debe llevar a plantearnos si vivimos coherentemente lo que Jesús nos enseña, si la fe penetra las estructuras sociales de manera que vayamos transformándolas.
Queridos hermanos: a pesar que las fuerzas del mal pretenden hundir la barca de la fe cristiana, Cristo está presente y nos tiende la mano para darnos fuerzas, requiriendo nuestra respuesta creadora por medio de la cual podamos dar testimonio de lo que creemos y queremos vivir.
Pidamos al Señor la gracia de la claridad en nuestro pensamiento y la fuerza para vivir en consecuencia, nutridos por la oración y la eucaristía que fortalece nuestra debilidad.



Canónigo Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo XIX durante el año. Ciclo A. 10 de agosto de 2014. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com







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