5 de abril de 2021

En Galilea, contemplamos toda la misión de Jesús a la luz de su pasión, muerte y resurrección gloriosa, para continuar así, su obra salvadora.

 


Hemos llegado a esta noche  gloriosa de la resurrección del Señor.  Todo el mundo está colmado de alegría, todo renovado. Podríamos decir -como lo describe el libro del Génesis en la primera lectura-, que retornamos a la belleza  original de lo creado por Dios, el cual  vio que todo era muy bueno. A su vez, el Creador dijo: “creced y multiplicaos”, alentando  la vida en todos los seres creados.
El reino de la vida  visualizado en la creación del mundo, sigue siendo cuidado por Dios  por medio de su Providencia, manifestando el amor generoso por todos los seres. Al reino de la vida Dios quiere mantener mucho más en el corazón del hombre, pero además le ofrece una vida diferente, no solamente la perfección en la vida natural como seres humanos, sino la perfección en la vida sobrenatural.
Fuimos elevados al orden sobrenatural que nosotros no podemos alcanzar con nuestras propias fuerzas, siendo el designio de Dios que  el hombre no sea sólo un animal racional más en este mundo como imagen y semejanza suya, sino que recreados interiormente  y elevados a la vida divina, seamos hijos adoptivos suyos por la gracia bautismal. Es decir, el bautismo tiene ese poder de recrear al hombre en su interior precisamente a través de la muerte y resurrección del Señor. Porque en el bautismo se realiza nuevamente el Misterio Pascual, el paso de la muerte a la vida, de lo viejo a lo nuevo, de aquello que fenece para encontrar nuevamente lo que florece, lo que se rejuvenece, siendo ese mensaje de luz lo que otorga la resurrección del Señor.
A través del sacrificio de Isaac, el hijo de la esperanza de Abraham, que aparece como contradicción a la existencia de la descendencia  numerosa prometida, quiere señalar el texto sagrado anticipadamente, que será otro el sacrificio que salvará a la humanidad del pecado, el de Jesús. Por eso el sacrificio de Isaac es figura y anticipo del sacrificio de Cristo
El libro del Éxodo (14,15-15,1ª) muestra la mano salvadora de Dios que saca al pueblo elegido de la esclavitud de Egipto, y anticipa que el Señor siempre está dispuesto a salvarnos a pesar de nuestras infidelidades.
Si nosotros acaso habíamos perdido el sendero de la sabiduría como señala el profeta Baruc: “¡Tú has abandonado la fuente de la sabiduría! Si hubieras seguido el camino de Dios, vivirías en paz para siempre", podemos recuperar esa sabiduría reconociendo justamente las maravillas que Dios ha hecho en nuestro corazón.  
El mundo necesita hoy más que nunca mirar hacia Dios, el ser humano necesita más que nunca mirarse a sí mismo y tomar conciencia de la dignidad de la que fue revestido. No somos solamente sujetos en un mundo material y natural sino que estamos llamados a la vida sobrenatural, al orden sobrenatural, a la amistad con Dios a ser hijos adoptivos suyos y eso lo consiguió el Señor a través de su muerte en cruz y de su resurrección.
Estábamos sin esperanza a causa del pecado de los orígenes, pero Dios nos ha dado una vida nueva como nos recordaba el profeta Ezequiel recién en una de las lecturas. Cristo nuestro Señor, por lo tanto, viene como el resucitado, como aquel que nos entrega una existencia nueva, y vamos al sepulcro sin encontrarlo porque ha resucitado.
El texto del evangelio insiste en que no hemos de temer ningún mal, que debemos ser fieles al anuncio del resucitado,  yendo a Galilea para el encuentro con Él.
Ir a Galilea significa ir a los orígenes de la misión de Jesús entre nosotros, recorrer sus milagros y recordar sus enseñanzas, para contemplar todas estas vivencias del pasado a la luz de los acontecimientos de la pasión, muerte y resurrección del Señor
También a nosotros como se les exhorta a las mujeres, no debemos tener miedo, ya que Él está vivo y por lo tanto está con nosotros aquel que ha vencido a la muerte y ofrece la vida en abundancia.
Que esta noche de la resurrección de Cristo ilumine nuestra vida de una manera profunda, ilumine nuestra inteligencia para reconocer la dignidad de la cual estamos revestidos y a su vez nos de la fuerza necesaria para ser consecuentes en cada momento de nuestra existencia de esa dignidad que hemos recibido.
Cuando estemos oprimidos por la tristeza, por el dolor, por las preocupaciones, por la angustia, por aquello que no podemos resolver, levantemos la mirada hacia el resucitado, que está prometiendo como Señor de la Vida que hagamos brotar, aún incluso de esas preocupaciones nuestras, la vida nueva que Él nos ofrece.
Y así, ¿Si Cristo está con nosotros quien estará contra nosotros?
Queridos hermanos que Cristo resucitado ilumine la existencia humana y nos haga ver la vida, el mundo, de una manera nueva.


Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la misa de la Vigilia Pascual. 03 de Abril de 2021. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com






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