En el texto que acabamos de escuchar, el profeta Isaías (7,10-14), habla de la angustia que padece el rey Ajaz, porque los reyes de Damasco (capital de Siria) y Samaría (capital de Israel) se han unido para atacar Judá, deponer al rey y colocar un extranjero, a alguien que interrumpa el linaje de David.
El rey se desespera, pero en lugar de acudir a Dios, solicita la ayuda de Asiria, que después le va a cobrar el favor, convirtiendo a Judá en un reino sometido a pagar tributo.
El profeta Isaías, reprocha al rey por no confiar en Dios, Ajaz responde que no lo quiere tentar.
El Señor, a su vez, señala que Él protege al reino: "La virgen está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel, que significa Dios con nosotros".
Es decir, se le dice al rey desconfiado que el linaje de David no se interrumpirá, porque tendrá un hijo que será el futuro rey Ezequías sucesor en el reino.
Ahora bien, este anuncio que hace Isaías, refiere también al nacimiento del Mesías, que aparece en el texto del evangelio, donde san Mateo, lo proclama con las mismas palabras del profeta.
De manera que existe una unión muy estrecha entre el anuncio de Isaías y lo que acontecerá en el futuro con la venida del Mesías.
Porque ambos anuncios prometen la protección de Dios que está con su pueblo y nunca lo abandona, así como no abandonó al pueblo de Israel a pesar de sus pecados e infidelidades en la antigüedad, tampoco Dios abandona al pueblo elegido.
O sea, tampoco nos olvida o abandona, está presente en medio de la comunidad, en medio de la Iglesia, derramando sus gracias para mantenernos siempre unidos a Él a través de la fidelidad.
Y así, entonces, somos invitados a que a lo largo de nuestra vida no temamos a los poderes exteriores a nosotros, no debemos temer nada, porque Dios es quien nos protege siempre, y a Él hemos de acudir.
No pensar que otras fuerzas u otros poderes nos van a liberar, como mucha gente hoy piensa, que abandonando la fe en Cristo, buscan otros consuelos mundanos, escuchando a las pitonisas que abundan en la actualidad, abandonando la fe católica, para seguir narraciones que son, en definitiva, encantamiento de serpientes.
La Palabra revelada insiste en que creamos en el Señor, escuchemos su mensaje, que habla de la presencia de Emanuel, el Dios con nosotros, el mismo Cristo que debemos mostrar al mundo.
Precisamente, san Pablo, en el texto que acabamos de proclamar (Rom.1,1-7), describe que Jesús, ha "nacido de la estirpe de David según la carne, y constituido Hijo de Dios con poder según el Espíritu santificador, por su resurrección de entre los muertos".
Continúa afirmando el apóstol que "por Él hemos recibido la gracia y la misión apostólica, a fin de conducir a la obediencia de la fe, para la gloria de su nombre, a todos los pueblos paganos, entre los cuales se encuentran ustedes, que han sido llamados por Jesucristo"
¿Qué significa conducir a la obediencia de la fe? el prefijo ob-, indica ‘adelante’, y el verbo audīre, ‘escuchar’, o sea, a través de la predicación conducir a los paganos hacia adelante, a asimilar la palabra de Dios viviendo conforme a ella.
O sea, con la predicación acerca de Jesús, oída por aquellos que no creen, conducir a la fe verdadera a los que todavía no lo aceptan, o a aquellos que, habiéndolo aceptado, han terminado por abandonarlo.
También hoy tenemos la tarea de llevar a la obediencia de la fe a tantos que se han apartado de Cristo, nuestro señor, o que sí lo esperan, lo hacen de otra manera, o a un Cristo con otras características, pero que no reconoce al Hijo de Dios hecho hombre.
Precisamente, el papa Juan Pablo II, en su exhortación apostólica Redemtoris custos, que refiere a san José, ve una analogía entre la anunciación del ángel a María y la anunciación del ángel a José.
En ambos relatos, si bien las circunstancias son distintas, lo que se pide es la aceptación de la voluntad de Dios, por lo que José se compromete con la misión que le es encomendada, ser el padre legal de Jesucristo, y permitir que con él se cumpla justamente lo prometido por las escrituras, que del linaje de David, del cual descendía José, nacerá el Mesías.
Hermanos: descubramos nosotros que quiere Dios de cada uno en esta Navidad para poder exclamar el "hágase tu voluntad Señor".
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo cuarto de Adviento ciclo "A". 21 de Diciembre de 2025.

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