La Iglesia sabiamente, en este tiempo de Navidad celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Y esto, porque quiere mostrarnos como modelo de familia a la constituida por Jesús, María y José, y también para que descubramos el diseño divino acerca de la familia humana.
En efecto, estamos bombardeados permanentemente a través de la cultura, la sociedad, por toda una serie de costumbres y de ideas que nada tienen que ver con el Evangelio, y sin darnos cuenta, poco a poco, asimilamos como normal aquello que se opone al Evangelio, a la enseñanza de la Sagrada Escritura y al magisterio de la Iglesia.
Entonces, es importante reflexionar sobre esta institución, ya que la sociedad nos inculca que hay diversidad de familias, no solamente las que tienen un papá y una mamá, sino también las que tienen dos papás, las formadas por dos mamás, o las que no se han comprometido a través del Sacramento de Matrimonio.
A su vez, se observa a menudo el hecho de que hay mujeres que quieren tener un hijo, pero sin matrimonio, no desean un hombre en sus vidas, sino que son inseminadas con esperma desconocido, y también quienes recurren al mismo mecanismo en casos de infertilidad, llegando a dejar en espera a embriones congelados.
Y así, se manifiestan modelos que son moda en definitiva, que se consideran normales, pero que no forman parte de la enseñanza recibida en la Sagrada Escritura, ya que la Palabra de Dios enseña que la familia está constituida por un papá, una mamá e hijos.
Es cierto que muchos matrimonios no tienen hijos porque uno de los dos es estéril, pero su constituciòn responde a la voluntad que nace de la Sagrada Escritura, y que llegado el caso por ejemplo, adoptan un hijo para completar la relación que hay entre los esposos.
La Sagrada Familia muestra, por lo tanto, la centralidad de Dios en su vida, en su existencia, por eso es muy importante, siempre en nuestra vida cotidiana, aprender a mirar con los ojos de Jesús, con los ojos de la Virgen, con los ojos de José.
Y así, por ejemplo, los esposos, los maridos, han de preguntarse cuando hay dudas, ¿Qué haría San José en mi lugar? Y cuando las esposas, las madres, dudan sobre cómo actuar, preguntarse ¿Qué haría en mi lugar la Virgen María? Y los hijos, cuando no saben cómo vivir, preguntarse ¿Qué haría Jesús en mi lugar?
De todos modos, la misma Palabra de Dios despliega su sabiduría ante nuestros ojos, y así, la primera lectura tomada del Libro del Eclesiástico (3,3-7.14-17), que en este caso es una reflexión sobre el cuarto mandamiento, honrar al padre y a la madre, presenta cuál ha de ser la actitud de los hijos para con los padres.
Al respecto, san Juan Pablo II, en la Carta a las Familias, dirá sobre este mandamiento, que los padres tienen que comportarse de tal manera que merezcan ser honrados por sus hijos.
Por lo tanto, es todo un desafío el preguntarse ¿Cómo vivo como padre? ¿Cómo vivo como madre? ¿Cómo vivo también como hijo? ¿Cómo vivo como hermano?
Y así, la Palabra de Dios ilumina señalando qué actitudes debemos tener cada uno en el seno de las familias, cómo cada uno ha de buscar el crecimiento de la otra parte o ayudar a que cada uno descubra cuál es su misión en la familia y en este mundo.
De manera que nos preguntemos, ¿Qué es lo que Dios quiere sobre cada uno de los hijos, por ejemplo? ¿Cómo Dios quiere que se viva la paternidad o la maternidad?
En el texto de San Pablo, escribiendo a los Colosenses (3,12-21), acabamos de escuchar que es necesario revestirse de actitudes de misericordia, de humildad, de benevolencia, de saber perdonarse unos a otros, si alguno ha ofendido a otro, buscar imitar a la familia modelo formada por Jesús, María y José.
El texto del Evangelio (Mt. 2, 13-15.19-23), por otra parte, recuerda que la familia perfecta no está exenta de dificultades.
Y así, por ejemplo, hemos escuchado recién, cómo la familia de Nazaret es probada con la persecución de Herodes.
En efecto, Dios hubiera podido mandar la muerte a Herodes sin que la familia tenga que huir a Egipto, sin embargo, Dios ha querido que pasaran por la experiencia de la persecución para huir a otra parte, para volver nuevamente, pero ya cada uno con mayor fortaleza para afrontar las dificultades de la vida.
Porque en el caso de la sagrada familia era Herodes el que perseguía para matar al niño, pero en la sociedad actual tenemos también otros enemigos como Herodes que buscan destruir la familia, desvalorar el sentido de la familia, que buscan realmente que la familia no subsista.
¿Por qué? Porque todo el mundo sabe que despojada una persona de la familia, del sentido de la familia, se transforma en esclava de los poderes y de las ideologías de este mundo.
Pidámosle entonces a Jesús, María y José que nos ayuden a comprender la voluntad de Dios para nosotros y entender cuál es el verdadero sentido de la familia y cómo esta está formada de acuerdo a la providencia de Dios.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Fiesta de la Sagrada Familia. 28 de Diciembre de 2025.

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