En tiempos de Noé (Mt. 24,37-44) "la gente comía, bebía y se casaba", pero estaba en otra cosa, no escuchaba el anuncio de Noé, llegó el diluvio y los arrastró a todos.
También la venida del Señor es comparada en el texto bíblico con la venida del ladrón, porque como la presencia del mismo en una casa es inesperada, así también acontecerá con la segunda venida de Jesús, que sorprenderá a muchos despistados.
A su vez, se la compara con la presencia de un ladrón, porque la venida del Señor de alguna manera nos priva de esa seguridad y tranquilidad, en la cuales muchas veces se asienta nuestra vida.
Creemos que, como nunca pasa nada, hace tanto tiempo que se anuncia la segunda venida de Cristo, y esto no aconteció, que podemos estar tranquilos que no se cumplirá en nuestros días.
Por lo tanto, como decían los paganos, "comamos y bebamos, que mañana moriremos" sin que nada definitivo acontezca.
Ahora bien, la segunda venida no es solamente cuando el Señor vendrá en su gloria, al fin de los tiempos, sino que también sucede cuando nos llega el momento de la muerte.
En efecto, todos vamos a morir, no sabemos cuándo, pero sí tenemos que estar preparados para que este hecho no nos sorprenda en el pecado, sino que, al contrario, estemos revestidos de buenas obras.
Por eso es que el mismo San Pablo escribiendo a los cristianos de Roma (13,11-14), aconseja que la preparación implique dejar de lado todo aquello que nos aparta de Dios, porque "ya es hora de despertarse, porque la salvación está ahora màs cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día"
Hemos de actuar como en pleno día procediendo dignamente, evitando los excesos que embotan los sentidos espirituales y conduce a olvidarnos de lo más importante, que es la unión con Dios.
Es cierto que para el mundo de hoy esta enseñanza resulta extraña, porque el ser humano está en otra cosa, confía tanto en su poder, en la ciencia, en la técnica, en los avances de todo tipo, que no tiene tiempo para estar pensando que si Dios viene o no viene, si me muero o no me muero, pero esta disyuntiva es una realidad.
Los acontecimientos finales, ya de la humanidad o de la vida personal, son hechos reales, no puedo decir a mí no me va a tocar.
Por eso, la importancia de estar preparados, estar prevenidos, Jesús vino en la debilidad de la carne por primera vez, ahora lo esperamos en la gloria cuando venga a recoger los frutos de nuestra vida.
Jesús vino por primera vez para salvarnos, para mostrarnos el camino, ya tenemos todos los elementos necesarios para dirigirnos al encuentro definitivo con Él, con la esperanza firme de llegar al fin.
Dios nos espera, como dice Isaías (2,1-5), en la montaña santa, porque allí van a dirigirse todas las naciones de la tierra, y sabiendo que el Señor viene a nuestro encuentro continuamente, abramos nuestro corazón y digámosle, ven, Señor Jesús.
Cngo Ricardo B. Mazza, Cura Rector de la Iglesia Ntra Sra del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en el domingo primero de Adviento ciclo "A". 30 de noviembre de 2025.

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