12 de abril de 2020

“EL mundo alejado de Dios y abrumado por su impotencia, necesita el mensaje: “No teman, el que estaba muerto ha vuelto a la vida”


Hemos contemplado las maravillas de Dios en el relato de la creación del mundo. Cómo Dios preparó todo para el bien del hombre, de tal manera que nada le faltara para su felicidad. Pero por el pecado, el ser humano se aparta de Dios.

 Pero como Dios no se arrepiente de sus dones ni de sus promesas, nos envía a Su Hijo, el Salvador, del cual es un anticipo la figura de Isaac que va a ser inmolado por Abraham, siguiendo el pedido de Dios. Pero Isaac no puede ocupar ese lugar, le corresponde después con el tiempo al mismo Jesús muriendo en la cruz.
Transcurrido el tiempo, Dios salva a su pueblo sacándolo de la esclavitud de Egipto y, continúa protegiéndolo con el paso del mar Rojo, quedando atrás el faraón y sus tropas, perseguidores que simbolizan las fuerzas del maligno, que  son destruidos por la fuerza del agua, que se vuelven en su contra ante tanta maldad.
El paso del mar Rojo a su vez simboliza el  lavado del Bautismo a través del cual el ser humano deja la opresión, la esclavitud del pecado, para entrar en la vida nueva de la gracia.
Bautismo que tiene su eficacia precisamente gracias al triunfo de Cristo sobre el pecado, sobre la muerte eterna, muriendo en la Cruz  y resucitando de entre los muertos.
Es por eso que el Apóstol san Pablo (Rom. 6, 3-11) afirma que “por el bautismo fuimos sepultados con Él en la muerte, para que así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva”, la vida nueva de la gracia.
Producida la Resurrección de Cristo, el Ángel del Señor enviado por Dios, hizo rodar la piedra que cubre el sepulcro (Mt. 28,1-10) y  allí se sentó para manifestar precisamente el triunfo de la Vida sobre la muerte, diciendo a las mujeres que buscan al Señor: “No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho”
Los corazones simples, sencillos de estas mujeres, que no se enredan ni confunden con las ideologías de este mundo, sino que viven de una fe firme quieren ver al Resucitado, por lo que se les dice “Vengan a ver el lugar donde estaba y vayan en seguida a decir a sus discípulos: Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán”
Estas mujeres deberán testimoniar que el que estaba muerto, está vivo. Que noticia tan feliz, que alegría para los apóstoles,  que alegría para el mundo entero en la actualidad si recibiera con fe este anuncio: el que estaba muerto ha resucitado. ¡El mundo que se siente abrumado por la muerte del pecado, el mundo que se siente alejado de Dios, Nuestro Señor, necesita este anuncio: no teman, no teman!
Leía hoy precisamente un artículo donde un hombre hacía mención a cómo esta pandemia ha ayudado a muchos a encontrarse con Dios, a volver a Dios. Y consultando a un sociólogo (hoy están de moda tantos expertos y entendidos en todo tema), le pregunta a qué se debe esto. Y decía: “es que las fuerzas primitivas que hay en el corazón del hombre afloran en estos momentos de angustia, pero una vez que pase todo esto, va a volver todo a la normalidad”, entendiendo por “normalidad” volver a una vida sin fe. Entendiendo por normalidad, volver a creer el hombre tontamente que es todopoderoso, cuando todo esto que está sucediendo, está mostrando la debilidad del hombre, que es incapaz de dominar el mundo, a pesar del mandato que Dios le había dado, como leíamos en el libro del Génesis: sometan la naturaleza.
Hasta dónde ha llegado el engreimiento del hombre que cree que lo puede todo. Y un enemigo invisible, un virus, manifiesta la profunda debilidad e ineficiencia de los poderes de este mundo. Por eso sería un error craso que cuando pase todo esto se vuelva a la normalidad, o sea, como si nada hubiera pasado, “el mundo sigue adelante”, “hubo tantas pestes en el decurso del tiempo, que es una más”.
Todo esto nos está diciendo, que el Señor viene a salvarnos. Precisamente como decía el padre Cantalamessa ayer en la homilía del Viernes Santo refiriéndose a la presencia de la pandemia “Así actúa a veces Dios con nosotros: trastorna nuestros proyectos y nuestra tranquilidad, para salvarnos del abismo que no vemos”.
Por eso desde la fe, nosotros tenemos o debemos tener una actitud diferente. ¿Qué dice Jesús en el texto del Evangelio cuando se encuentra con las mujeres? No teman, alégrense, no teman. No tengan miedo. Aunque las fuerzas del mal en ese momento estaban al acecho para perseguir a los seguidores de Cristo, el Señor les dice: “no teman, avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”, porque desde Galilea, llamada “la tierra de los gentiles”, se comenzará a predicar el Evangelio a todo el mundo.
De manera que si Cristo ha resucitado de entre los muertos, el creyente nada teme, incluso ni siquiera teme a la muerte, porque sabe que la muerte no es más que un paso a la vida eterna, a la vida con Dios.
Vayan a Galilea, allí esperen el envío que el Señor hará. Y estas mujeres así fortificadas, robustecidas con estas palabras de aliento, continúan con su misión. También nosotros tenemos que sentir esto profundamente en nuestro corazón: no teman, no temamos, Cristo ha resucitado.
Aunque el mundo viva a veces a espalda de la Redención de Cristo, nosotros sabemos que Él es el único Salvador, y a Él hemos de invocar y a Él hemos de seguir, recordando aquellas palabras del Apóstol: “¿Si Cristo está con nosotros, quién contra nosotros?”
De nuestra parte ofrezcamos una vida convertida, diferente, ese deseo de ser sus discípulos más fieles, tratando de parecernos cada vez más a Él, y buscando hacerlo presente en medio de una sociedad que, aunque incrédula,  lo necesita cada vez mas.

    Padre Ricardo B. Mazza. Cura párroco de la parroquia “San Juan Bautista”, en Santa Fe de la Vera Cruz. Argentina. Homilía en la Vigilia Pascual. Ciclo “A”. 11 de abril  de 2020. ribamazza@gmail.com; http://ricardomazza.blogspot.com



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