6 de enero de 2007

Homilía para la Misa Vespertina de la Fiesta Patronal de Nuestra Señora de Lourdes (11 de Febrero de 2006)

Hemos recorrido con la imagen de Nuestra Señora de Lourdes algunas calles de nuestra Parroquia. Hemos rezado y cantado en su honor con la certeza que María desea estar con nosotros, con cada uno de los feligreses de esta parroquia, aún con los ausentes por diversos motivos.
María como Madre de Jesús y nuestra, tiene presente a cada uno de sus hijos.
Está aquí nuevamente con cada familia.
En realidad la Virgen cada vez que se ha aparecido en algún lugar para traernos las bendiciones de Dios Padre por medio de Jesús, lo ha hecho en un clima de familia.
La visita de María a su prima Isabel fue una visita familiar: estaba Zacarías, aunque el texto evangélico no lo menciona, se sentía la presencia del hijo de Isabel, Juan Bautista, que saltó de gozo ante la presencia de la Madre de Dios y de Jesús, que se iba gestando silenciosamente, y derramando ya los frutos de su presencia.
Jesús y Juan Bautista, aunque no habían nacido, hacían sentir su presencia a través de sus respectivas madres, constituyendo así un cántico a la vida y un anuncio profético de que ya hay vida humana durante el embarazo, vida humana capaz de reaccionar y de sentir emociones como ya lo comprueba hoy la ciencia médica.
Anuncio profético para nuestro tiempo, que muchas veces rechaza la vida, al no reconocerse a las personas en el seno materno, desde el primer instante de la concepción.
Vida humana siempre valiosa, aunque haya capacidades diferentes, como lo describe el papa Benedicto XVI en su mensaje para esta XIV jornada Mundial del enfermo. Vida María, decíamos, visita a Isabel en un contexto familiar, quedando así asegurado el valor de esta primera célula de la sociedad, ámbito precioso, único y propicio para el desarrollo de las personas.
Porque Jesús nació en clave de familia, sabemos desde la fe que toda persona humana para un armonioso desarrollo de su ser necesita el espacio humano de una familia, donde se desarrollan las cualidades personales, se reciben los bienes del espíritu, se comparte con los otros integrantes de la familia, se pone al servicio de los demás lo que cada uno ha recibido de peculiar del Padre Creador.

A imagen de esta institución natural, la parroquia está llamada a ser también una familia. Es en esta Iglesia en pequeño, donde los bautizados se nutren de la Palabra de Dios, se alimentan del Cuerpo del Señor resucitado, elevan súplicas confiadas al Padre por los hermanos que sufren o están alejados, desarrollan los diferentes dones recibidos del Señor y los ponen al servicio de cada uno de la familia.
Cada institución, movimiento o grupo de bautizados ocupa un lugar para el desarrollo pleno de la comunidad que quiere vivir santamente en el nombre del Señor y ser testigo de la Salvación que El nos trajo.
De allí que sea necesario a cada momento revitalizar la liturgia, ejercer la caridad, emprender una misión vigorosa y transmitir los ideales evangélicos en una catequesis cada vez más comprometida con la familia.
Los grupos apostólicos parroquiales han de asegurar a los niños, jóvenes y adultos, una formación cada vez más afianzada en los ideales evangélicos, por desgracia hoy en crisis, ahondar en la oración personal y comunitaria, alimentarse con la recepción frecuente de la reconciliación y comunión, abriendo la mente y el corazón para descubrir lo que el mundo hoy nos pide, y así ofrecer la Vida, la Verdad y el Camino que es el mismo Cristo.
María Santísima, nuestra patrona de Lourdes, hoy nos visita para permanecer con nosotros cada día del año y asegurar así los dones de Jesús para vivir a fondo nuestra vocación de cristianos.
Aprovechemos éste día para poner a sus pies nuestra decisión de vivir como familia, de aprender a descubrir y valorar las cualidades del otro, de estar atentos a las necesidades de cada institución, equipo pastoral, o grupo apostólico para brindar lo mejor de nosotros mismos, sin rivalidades estériles, con la alegría propia del que sabe dar siempre lo mejor de sí, aunque no obtenga nada a cambio en el orden del reconocimiento humano, pero con la certeza de que nada de lo que hagamos de bueno quedará sin recompensa.
Que como María, proclamemos la grandeza del Señor descubierta en cada uno de nosotros, que como María nuestra alegría permanente sea no la de nuestros éxitos, sino la que brota del servicio desinteresado al Señor y a los hermanos.
Aprovecho éste encuentro de familia que es nuestra fiesta patronal, para dejar algunas consignas, que invito a que las trabajemos y las pongamos como tarea obligada para este año en que celebramos los 60 años como parroquia, y que pueden servir de ejes motivadores para los años siguientes en nuestra tarea apostólica.
El lema que reúne éstas consignas podría sintetizarse en “Comunidad de Lourdes levántate y sé fiel a tus orígenes católicos”.
Y así, la primera consigna, apunta a trabajar con los pobres y postergados de la zona parroquial, para que a través del equipo de Cáritas, se sientan apreciados en su dignidad, ayudándolos a descubrir sus capacidades, muchas veces ocultas, y así poder trabajar para la dignificación del barrio. Resulta importante, en este campo de acción, aunar esfuerzos con las instituciones del barrio que ya trabajan con generosidad velando por el desarrollo humano.
La segunda consigna, pretende continuar y fortalecer el ministerio del alivio con los enfermos y ancianos, como lo hacen con generosidad y en silencio, los equipos de la Pastoral de la Salud y los ministros de la comunión, cooperadores del ministerio sacerdotal, que se acercan al mundo del dolor, y muchas veces del abandono, llevando el consuelo del Señor, el Buen Samaritano.
La tercera consigna privilegia la atención de los niños que comienzan en la catequesis a conocer a Jesús, para lo cual esperamos mayor participación de los padres como los primeros educadores en la fe.
Al equipo de catequesis debemos, -a través de catequistas debidamente preparados-, que en el año 2005, se acercaran a los sacramentos de la confirmación y comunión, algunos niños con capacidades diferentes.
Hemos de seguir en esta línea, respondiendo concretamente al pedido que nos hace Benedicto XVI en el mensaje del día de hoy.
La atención de los adolescentes y jóvenes, constituye la cuarta consigna. Para ello, en los grupos que tienen espacio generoso, -Acción Católica, Juveniles y Scouts-, han de crecer con un conocimiento profundo de las enseñanzas de la Iglesia y una vida espiritual -sacramental intensa.
Para lograr esto, el Consejo Juvenil Parroquial elaborará un programa común de formación doctrinal y espiritual, basado principalmente en el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia y el Catecismo de la Iglesia Católica. De esta manera, todos los jóvenes que quieran madurar en serio identificándose con Cristo, podrán hablar un mismo lenguaje, cuando les toque dar testimonio de su fe católica en un mundo cada vez más olvidado de Dios.
La preocupación por aquellos que están alejados del Señor y de su Iglesia, configura la quinta consigna. De allí la necesidad que el equipo de liturgia procure mostrar la belleza de los signos sagrados, la importancia de la oración, ya sea personal o comunitaria, ya a través del canto sagrado y la capital participación de la Misa dominical, donde se expresa la comunidad que se alimenta de la misma mesa. Junto a esto el equipo de catequesis ha de ofrecer constantemente cursos de formación.
Igualmente, el equipo misionero, siguiendo los pasos de María Santísima, ha de continuar con lo que generosamente hace, y presentar a Cristo en cada casa, posibilitando un encuentro vital con El.
Resulta necesario para una participación mayor en la parroquia, que el Apostolado de la Oración, la legión de María, los grupos de oración, las servidoras de María, los círculos bíblicos, la Acción Católica y demás instituciones, hagan conocer a los miembros de la parroquia sus iniciativas y sus objetivos, para que cada uno se sienta invitado a participar según sus talentos. Será de gran ayuda la actividad del Equipo de Medios para dar a conocer estos aspectos de la diversidad eclesial.
Indudablemente todo lo aquí expresado se entiende en perspectiva de familia, por eso es primordial el Equipo de Pastoral Familiar, como eje aglutinante, desde el cual ha de promoverse también la recepción de los sacramentos del bautismo y del matrimonio.
En relación con esta inserción en la familia anuncio que el próximo 11 de marzo se realizará en la parroquia el “Ier. Encuentro de reflexión sobre la dignidad de la mujer”, en adhesión al día internacional de la Mujer, iniciativa feliz del grupo “servidoras de María Santísima,”
Nadie podrá ignorar, además, que es desde el seno de la familia donde surgen las vocaciones laicales y a la vida consagrada, de allí su conexión con los movimientos laicales y con la Obra de las Vocaciones Eclesiásticas.
El Consejo Pastoral se encargará, por tanto, de velar y apoyar la realización de éstas consignas, como signo de comunión eclesial, y el Consejo de Asuntos Económicos, buscará obtener los medios para la concreción de este Plan Pastoral Parroquial.
Ahora bien, recordemos que el Consejo de Asuntos Económicos es cada uno de nosotros, no solamente los que lo integran oficialmente, porque siempre de lo que más nos duele desprendernos es del dinero y somos responsables de su uso en orden a la caridad y a la evangelización.
El dinero es el primer enemigo de Jesús “no se puede servir a dos señores”, nos dice, por eso tenemos que darle un uso adecuado y qué mejor que ayudar, y participar en las obras de esta familia.
Pero el apoyo no es sólo con dinero. Cada uno de nosotros tiene dones que son también tareas. Don gratuito y tarea. Estos dones, en agradecimiento a quien nos los dio, nuestro Padre, también tienen que estar a su servicio.
Confiando en la protección de María para la realización de estos proyectos, continuamos con esta Eucaristía que nos hará presente a Jesús como Pan de Vida.

Cngo Ricardo B. Mazza
Cura Párroco de “Ntra Sra de Lourdes”
Santa Fe de la Vera Cruz.

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